El presidente Donald Trump presentará este miércoles su nuevo plan de inteligencia artificial, una estrategia nacional que redefine las reglas del desarrollo tecnológico en Estados Unidos. La medida busca acelerar la construcción de centros de datos, flexibilizar exportaciones de tecnología y enfrentar lo que considera un sesgo ideológico en los algoritmos.
El plan de inteligencia artificial de Trump no solo marca el regreso de la desregulación tecnológica, sino también una renovada alianza con Silicon Valley. A diferencia de su mandato anterior, el enfoque actual combina intereses económicos, estrategia geopolítica y una narrativa ideológica que confronta la “IA progresista”.
El plan de inteligencia artificial de Trump busca desregular y reconfigurar el sector
La propuesta surge tras la revocación de la orden ejecutiva firmada por Joe Biden en 2023, que exigía a las agencias federales analizar riesgos, mitigar sesgos y aplicar estándares de seguridad en los modelos de IA. Trump, en cambio, plantea una visión menos regulatoria, enfocada en la competitividad global y la libertad de innovación.
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El evento de presentación se llevará a cabo junto a figuras tecnológicas clave, en un foro organizado por Hill and Valley y el popular All-In Podcast. David Sacks, uno de los anfitriones e influyente empresario tecnológico, es ahora el asesor presidencial en inteligencia artificial y criptomonedas. Sacks es además uno de los artífices principales del plan, que incluye nuevas órdenes ejecutivas para facilitar la expansión de centros de datos y limitar la intervención estatal.

Los jefes de las Big Tech en la toma de posesión de Donald Trump. Foto de archivo: EFE/EPA/Shawn Thew / POOL
Trump también se ha mostrado en contra de lo que denomina “IA despierta”, es decir, algoritmos que reflejan valores progresistas. Un ejemplo citado por sus asesores fue el generador de imágenes de Google que retrató a los Padres Fundadores como personas racializadas, lo que generó polémica entre sectores conservadores.
Silicon Valley se acerca a Trump con su plan de inteligencia artificial
Durante la campaña electoral de 2024, Trump cosechó el apoyo de importantes líderes tecnológicos. Elon Musk, Marc Andreessen y el propio David Sacks no solo financiaron eventos, sino que también ofrecieron respaldo narrativo al discurso del entonces candidato. Estos empresarios, antes distantes del mandatario, vieron en su plataforma un contrapeso a las políticas restrictivas de Biden.
Los aportes económicos del sector tecnológico fueron significativos: más de 200 millones de dólares llegaron a la campaña de Trump desde fondos vinculados a capitalistas de riesgo. Musk, además de donar recursos, facilitó infraestructura digital desde su plataforma X (antes Twitter), donde impulsó una narrativa anti “IA progresista”.
Durante la investidura de enero de 2025, ejecutivos como Mark Zuckerberg, Jeff Bezos, Sundar Pichai y Tim Cook ocuparon las primeras filas, una imagen simbólica del nuevo vínculo entre la Casa Blanca y Silicon Valley. En contraste, muchos de ellos se habían manifestado en contra de Trump durante su primer mandato, especialmente por sus políticas migratorias.
Biden y Trump: dos visiones enfrentadas sobre la inteligencia artificial
La administración de Biden impulsó una regulación estricta sobre la IA. En 2023, estableció normas que obligaban a las empresas a compartir resultados de pruebas de seguridad, usar marcas de agua para detectar contenido generado artificialmente y garantizar transparencia en contrataciones con el gobierno.
El sector tecnológico, fue clave en la campaña de Trump. Foto de archivo: EFE/EPA/Francis Chung
Estas medidas fueron recibidas con críticas por parte de figuras como Andreessen y Musk, quienes las calificaron de obstáculos innecesarios. La Ley de Producción de Defensa, utilizada por Biden para exigir cooperación de las empresas con el gobierno, fue uno de los puntos más controvertidos. Trump capitalizó ese rechazo en su campaña y prometió eliminar la llamada “agenda radical de izquierda” en el desarrollo tecnológico.
Al asumir el cargo, Trump derogó la orden ejecutiva de Biden y dio un plazo de 180 días para crear un nuevo marco regulatorio. El resultado es el plan de inteligencia artificial de Trump, que será presentado oficialmente esta semana.
Aunque la administración actual ha revertido muchas de las iniciativas de Biden, algunas aún siguen vigentes. Por ejemplo, el Instituto Nacional de Seguridad en IA, creado en 2024, continúa operando. También permanece activa una medida que promueve centros de datos con energía renovable, algo que Trump calificó como “interesante” y estaría dispuesto a conservar.
En cuanto a las restricciones a la exportación de chips avanzados, impuestas para frenar el desarrollo de IA en China, aún no está claro si el nuevo plan las reforzará o flexibilizará.
El plan de inteligencia artificial de Trump: tecnología, ideología y poder
El plan de inteligencia artificial de Trump simboliza un cambio profundo: ya no se trata solo de cómo regular una tecnología disruptiva, sino de quién define los valores que deben guiar su desarrollo. En este debate, están en juego no solo la innovación y la economía, sino también la ética, la política y el futuro de la democracia en la era digital.
La pregunta central ya no es si la IA debe regularse, sino quién debe hacerlo: ¿el Estado, como planteaba Biden, o el sector privado alineado con la visión de Trump? Silicon Valley, tradicionalmente identificado con posturas progresistas, se convierte ahora en un terreno de disputa entre ideologías, intereses económicos y tensiones culturales.