Las estufas de gas podrían estar poniendo en riesgo la salud de los niños al emitir benceno, un químico cancerígeno, según un nuevo estudio de la Universidad de Stanford publicado en el próximo número de julio de la revista Journal of Hazardous Materials. Las autoridades científicas han alertado que el uso medio o alto de estas estufas, combinado con una ventilación inadecuada, eleva significativamente los riesgos de cáncer, especialmente entre los menores.
El benceno, presente en la gasolina, el humo de cigarrillos y removedores de pintura, se libera durante la combustión del gas natural y propano, afectando a millones de hogares en Estados Unidos, donde aproximadamente el 38% de las viviendas, unas 40 millones, utilizan estas estufas. El estudio, basado en simulaciones de cocción en 87 hogares de Colorado y California, destaca que la exposición es mayor en espacios pequeños con poca ventilación.
Los investigadores, liderados por expertos de Stanford, analizaron escenarios con diferentes intensidades de quemadores y temperaturas de horno, concluyendo que la falta de ventilación incrementa la concentración de benceno en cocinas y salas de estar, particularmente en apartamentos pequeños, casas prefabricadas y viviendas adosadas. Los niveles más preocupantes se registraron en dormitorios, donde las personas pasan la mayor parte del tiempo, según los datos recopilados en 2023.
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El estudio señala que los niños enfrentan un riesgo 1.85 veces mayor que los adultos debido a su mayor frecuencia respiratoria y menor tamaño corporal, lo que los hace más vulnerables a los contaminantes. Esta investigación es la primera en evaluar los riesgos cancerígenos del benceno generado por la combustión de estufas de gas, abriendo un debate sobre su uso doméstico.
Las estufas de gas y el impacto en la salud infantil
El impacto de las estufas de gas en la salud infantil ha generado alarma, especialmente por la vinculación del benceno con leucemia y otros cánceres relacionados con la sangre. La Universidad de Stanford estima que 6.3 millones de estadounidenses están expuestos a las estufas con las emisiones más altas de benceno, un problema que afecta desproporcionadamente a los niños por su desarrollo físico.
Las simulaciones muestran que en hogares con uso frecuente y sin ventilación adecuada, los niveles de este químico superan los límites de seguridad establecidos por la Organización Mundial de la Salud. El Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades ha reconocido durante años que la exposición prolongada al benceno puede tener efectos graves, y este estudio refuerza la necesidad de proteger a los menores en entornos domésticos.
La investigación también exploró cómo el benceno se dispersa por toda la casa, persistiendo hasta ocho horas tras el uso de las estufas, incluso en habitaciones alejadas de la cocina. Esto ha llevado a los científicos a recomendar medidas urgentes, como mejorar la ventilación o considerar alternativas como estufas eléctricas. En un contexto donde los niños pasan más tiempo en casa, especialmente en áreas urbanas con apartamentos pequeños, la exposición constante podría tener consecuencias a largo plazo, un aspecto que las autoridades de salud pública están evaluando con atención.
Debate y medidas
El hallazgo ha reavivado la controversia sobre las estufas de gas, alimentando un debate entre salud, medioambiente y política. En enero de 2025, el presidente Donald Trump firmó una orden ejecutiva para proteger la libertad de los estadounidenses de elegir electrodomésticos, incluyendo estufas de gas, en respuesta a regulaciones previas de la administración Biden que buscaban mayor eficiencia energética.
Sin embargo, Nueva York se adelantó en 2023 al prohibir la instalación de nuevas estufas de gas en la mayoría de los edificios nuevos, una medida que entrará en vigor en 2026 para estructuras de menos de siete pisos y en 2029 para las más altas, tras ser ratificada por un tribunal federal en marzo de 2025. Nueva York City también mantiene una prohibición similar para nuevas construcciones.
Estudios anteriores han identificado que estas estufas emiten otros contaminantes como dióxido de nitrógeno, monóxido de carbono y formaldehído, vinculados a asma y problemas cardíacos, lo que ha intensificado las presiones para regular su uso. Mientras tanto, la investigación continúa, con científicos de Stanford sugiriendo que abrir ventanas o instalar campanas extractoras de alta eficiencia puede reducir los riesgos. Este enfrentamiento entre políticas y salud pública pone en el centro la necesidad de equilibrar innovación y protección infantil frente a los peligros de las estufas de gas.