El reciente anuncio de un despido masivo de 10,000 empleados del Departamento de Salud y Servicios Humanos (HHS, por su sigla en inglés) ha generado gran preocupación, tanto a nivel político como en las comunidades que dependen de sus servicios. Esta medida forma parte de una reorganización integral impulsada por el secretario de Salud, Robert F. Kennedy Jr., que busca reestructurar el HHS y reducir el personal de manera significativa, con la intención de aumentar la eficiencia dentro de la agencia.
La reestructuración que llevará al despido de una décima parte de la fuerza laboral de HHS es parte de un esfuerzo por consolidar las 28 divisiones actuales en 15 nuevas. Además, la creación de una nueva división denominada Administración para un Estados Unidos Saludable (AHA, por sus siglas en inglés) está en el centro de este cambio. Kennedy, conocido por su enfoque controvertido sobre diversas políticas de salud pública, ha afirmado que el objetivo es «hacer más con menos».
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Trabajadores de la salud sindicalizados de Kaiser Permamente protestan a las afueras de Los Angeles Medical Center en Los Ángeles (EE.UU.). EFE/EPA/CAROLINE BREHMAN
La magnitud del recorte: ¿qué implica para el Departamento de Salud y Servicios Humanos?
Actualmente, el HHS emplea a unas 82,000 personas, y con los despidos de 10,000 empleados, se reducirá a 62,000. Esta reducción masiva representa un cambio fundamental en la estructura de la agencia, cuyas responsabilidades son cruciales para el bienestar de los ciudadanos. El HHS regula medicamentos, vigila la seguridad alimentaria, realiza investigaciones biomédicas y supervisa enfermedades infecciosas, entre otras tareas. Agencias tan influyentes como los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA), y los Institutos Nacionales de Salud (NIH) son solo algunas de las entidades bajo el paraguas del HHS.
Kennedy, al anunciar estos cambios, mencionó que muchas de estas agencias funcionan «en silos», con falta de comunicación entre sí. Según su perspectiva, esto ha generado ineficiencias dentro del departamento, lo que justifica una drástica reorganización. Sin embargo, surgen preguntas sobre cómo los recortes afectarán la capacidad de estas agencias para cumplir con sus responsabilidades, especialmente en medio de crisis sanitarias y con un sistema de salud cada vez más presionado.
Robert F. Kennedy Jr., secretario de Salud de la Administración de Donald Trump, durante una audiencia en el Senado de Estados Unidos, el 29 de enero de 2025. EFE/Allison Dinner
Impacto en los empleados y la calidad del servicio
El recorte de personal no es solo una cifra: cada despido representa a una persona con una historia y una función específica dentro de la estructura del HHS. Los empleados afectados son en su mayoría quienes desempeñan roles clave en la administración y distribución de servicios de salud pública. A lo largo de la pandemia de COVID-19, el HHS jugó un papel fundamental en la coordinación de la respuesta sanitaria del país, y muchos de sus empleados trabajaron incansablemente para asegurar la distribución de vacunas, realizar pruebas, y contener la propagación del virus.
El plan de Kennedy de consolidar las divisiones y reducir el número de empleados podría mejorar la eficiencia operativa, pero también pone en riesgo el bienestar de las comunidades que dependen directamente de los servicios ofrecidos. Las organizaciones que velan por los derechos de los trabajadores y los sindicatos han expresado su preocupación por cómo los despidos afectarán la moral del personal restante y la calidad de los servicios prestados.
Reestructuración y sus consecuencias: ¿Es una medida necesaria o perjudicial?
Una de las claves en este proceso es la forma en que se implementa la reestructuración. La idea de hacer «más con menos» es comprensible en un entorno económico donde los recortes presupuestarios son una constante, pero la pregunta es si esta estrategia afectará negativamente a los servicios de salud pública que son esenciales para la población. Los críticos de la medida sostienen que, si bien la eficiencia es importante, la salud pública no debe ser manejada como un negocio. Las reducciones en el personal y los cambios organizacionales podrían generar una carga adicional sobre los trabajadores restantes, sin una mejora sustancial en los resultados.
Por otro lado, la creación de la Administración para un Estados Unidos Saludable (AHA) podría ser vista como una oportunidad para modernizar el enfoque del gobierno sobre la salud pública. Esta nueva división tiene como objetivo consolidar las funciones de salud en una estructura más coherente, lo que podría mejorar la comunicación y la coordinación entre diferentes agencias del HHS. Sin embargo, ¿realmente será capaz de hacer frente a la gran cantidad de desafíos que enfrenta el sistema de salud estadounidense, desde la falta de acceso hasta la lucha contra enfermedades crónicas y la creciente disparidad en el cuidado de salud?
