Una nueva propuesta legislativa en Estados Unidos podría allanar el camino para investigaciones más amplias sobre el cannabis medicinal, a pesar de su clasificación como sustancia de Categoría I. Presentada la semana pasada por las representantes Dina Titus e Ilhan Omar, la Ley de Política de Drogas Basada en Evidencia de 2025 (EBDPA, por sus siglas en inglés) busca eliminar restricciones federales que han limitado los estudios científicos sobre el cannabis y otras sustancias similares. Este proyecto, que llega en un momento de creciente consumo de cannabis en el país, podría permitir a los legisladores desarrollar políticas más efectivas y fundamentadas en datos científicos.
Actualmente, el cannabis está clasificado como sustancia de Categoría I, lo que implica que no tiene un uso médico aceptado y presenta un alto potencial de abuso, según la ley federal. Sin embargo, esta clasificación genera controversias, ya que más de 24 estados han legalizado el uso de cannabis medicinal y recreativo, y miles de pacientes lo utilizan para tratar condiciones como epilepsia, dolor crónico y ansiedad. La EBDPA propone derogar secciones de la Ley de Reautorización de la Oficina de Política Nacional de Control de Drogas de 1998, que prohíben el uso de fondos federales para investigar sustancias de Categoría I y obligan a la oficina a oponerse a cualquier intento de legalización.
Un paso hacia políticas basadas en ciencia
Ilhan Omar, una de las impulsoras del proyecto, destacó la necesidad de alinear las políticas de drogas con la realidad actual. En un comunicado, señaló que el aumento en el consumo de cannabis medicinal en estados como California, Colorado y Maryland exige que la investigación científica avance al mismo ritmo. Por su parte, expertos como Katharine Neill Harris, especialista en políticas de drogas de la Universidad Rice, calificaron la propuesta como un paso “modesto” pero con potencial para obtener apoyo bipartidista. Harris subrayó que la ley podría facilitar estudios sobre dosis ideales, efectos a largo plazo y la eficacia de diferentes cepas para tratar diversas condiciones médicas.
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Cat Packer, directora de Regulación de Mercados de Drogas en Drug Policy Alliance, también respaldó la iniciativa, afirmando que priorizar la evidencia sobre la ideología es un avance significativo. Según Packer, la falta de investigación federal ha creado un “vacío institucional” que impide evaluar el impacto del cannabis en aspectos como el consumo juvenil, los índices de arrestos y los beneficios económicos de su legalización. Este vacío también afecta la capacidad del gobierno para diseñar políticas que respondan a las necesidades reales de las comunidades, dejando a muchos pacientes sin información clara sobre los tratamientos disponibles.
Cannabis medicinal: Retos y expectativas
A pesar del optimismo, no todos están convencidos de que la EBDPA pueda ser aprobada en el corto plazo. Aaron Smith, director de la Asociación Nacional de la Industria del Cannabis, expresó su escepticismo debido al ambiente político actual, marcado por una fuerte polarización. Smith señaló que, aunque la propuesta es un paso en la dirección correcta, el contexto “hiperpartidista” podría dificultar su aprobación. Por otro lado, Harris advirtió que, incluso si la ley es aprobada, el financiamiento federal para investigaciones sobre cannabis medicinal y otras sustancias de Categoría I podría ser limitado bajo la administración de Donald Trump, quien ha mostrado resistencia a expandir fondos para investigaciones federales.
La EBDPA no se limita al cannabis; también permitiría financiar estudios sobre otras sustancias de Categoría I, como el MDMA y la psilocibina, que han mostrado potencial terapéutico para tratar trastornos como el estrés postraumático y la depresión resistente. Harris destacó que la aprobación de esta ley podría facilitar la autorización de la FDA para aplicaciones terapéuticas de estas sustancias, sin que la Oficina de Política Nacional de Control de Drogas se oponga de manera automática.
Mientras tanto, el proceso para reclasificar el cannabis como sustancia de Categoría III, impulsado por la administración Biden, sigue estancado desde el regreso de Trump a la presidencia, lo que hace que propuestas como la EBDPA sean aún más relevantes para avanzar en la investigación médica.