Desde principios de julio de 2025, el gobierno de Estados Unidos ha comenzado a aplicar una política migratoria inusual y polémica: deportar migrantes a África, incluso si no tienen lazos personales, familiares ni legales con el país receptor. Esta medida, liderada por la administración de Donald Trump, ha desatado críticas de organizaciones de derechos humanos, gobiernos africanos y expertos en derecho internacional.
Aunque esta estrategia comenzó discretamente, ha salido a la luz pública con el reciente traslado de migrantes con antecedentes penales a países como Eswatini y Sudán del Sur. Los individuos deportados, según el Departamento de Seguridad Nacional (DHS), provienen de países como Vietnam, Laos, Cuba, Yemen y México.
Deportando migrantes a África: una política sin precedentes
La política de deportar migrantes a África no tiene precedentes en la historia moderna de Estados Unidos. Anteriormente, los migrantes eran devueltos únicamente a sus países de origen o, en casos especiales, a naciones con las que tenían vínculos familiares o legales. Pero ahora, la Casa Blanca ha comenzado a establecer acuerdos con países africanos para aceptar a personas sin relación alguna con ellos.
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El caso más notorio ocurrió en Eswatini, una pequeña nación en el sur del continente africano, que recientemente aceptó a cinco deportados de distintas nacionalidades. Según el gobierno local, este acuerdo fue el resultado de meses de negociaciones diplomáticas con Washington. Las personas fueron alojadas en unidades de aislamiento en centros penitenciarios del país.
NEW: a safe third country deportation flight to Eswatini in Southern Africa has landed— This flight took individuals so uniquely barbaric that their home countries refused to take them back.
These depraved monsters have been terrorizing American communities but thanks to @POTUS… pic.twitter.com/TsanIX8H4T
— Tricia McLaughlin (@TriciaOhio) July 16, 2025
El gobierno de Eswatini no ha revelado los términos del acuerdo, y la prensa local ha manifestado inquietud por la falta de transparencia. “No sabemos si EE.UU. ofreció incentivos financieros, materiales o apoyo diplomático a cambio de la aceptación de estas personas”, comentó un periodista local al diario The Swazi Observer.
Críticas por deportar migrantes a África sin vínculos ni garantías
Varios expertos han levantado la voz ante esta nueva forma de deportar migrantes a África, señalando violaciones al derecho internacional y a los principios de derechos humanos. Trina Realmuto, abogada de la National Immigration Litigation Alliance, presentó una demanda contra el DHS argumentando que la política carece de procedimientos adecuados y que los migrantes no fueron informados ni consultados antes de su traslado.
Realmuto también advirtió que estos deportados están siendo enviados a países donde podrían enfrentar persecución, tortura o una vida sin ningún tipo de apoyo. “En Eswatini no tienen familia, no hablan el idioma, y no existen estructuras para su integración”, afirmó. Según explicó, el mensaje que el gobierno de Trump quiere transmitir es de castigo: “Si violas las leyes migratorias, podrías terminar en un lugar remoto sin ninguna conexión personal o cultural”.
El caso de Sudán del Sur es todavía más preocupante. Este país, al borde de un nuevo conflicto armado, recibió a ocho migrantes provenientes de Myanmar, México, Cuba, Vietnam y Laos. Estos individuos fueron detenidos previamente en Djibouti y trasladados a Juba, capital sursudanesa. Sus abogados sostienen que la deportación a una zona de alto riesgo equivale a una pena adicional no contemplada en sus condenas penales.
Deportando migrantes a África: tensiones diplomáticas con Sudáfrica y Nigeria
Los efectos colaterales de deportar migrantes a África también se sienten en el ámbito diplomático. Sudáfrica, país vecino de Eswatini, expresó preocupación por la posibilidad de que los migrantes trasladados intenten cruzar la frontera. “Dada nuestra fragilidad económica y fronteras porosas, este tipo de decisiones pone en riesgo la seguridad regional”, indicó un funcionario sudafricano a la cadena SABC.
Lugar donde serán deportados los inmigrantes. Foto: X/@EmbajadaAbierta
En Nigeria, el ministro de Asuntos Exteriores, Yusuf Tuggar, denunció públicamente las presiones de Washington para aceptar a deportados extranjeros. En particular, se refirió a intentos de EE.UU. para enviar venezolanos que recientemente salieron de prisión. Aunque la embajada estadounidense negó que esta decisión tenga relación con los cambios recientes en las visas nigerianas, las tensiones diplomáticas no se han disipado.
Fuentes diplomáticas en Abuja señalaron que las presiones incluyen propuestas comerciales, reducción de ayuda económica e incluso amenazas indirectas sobre sanciones. “Nos están presionando para aceptar algo que no es de nuestra incumbencia ni responsabilidad”, declaró un asesor presidencial al diario Premium Times.
¿Qué busca EE.UU. al deportar migrantes a África?
La administración Trump sostiene que los migrantes deportados a África tienen antecedentes penales graves y que sus países de origen se niegan a recibirlos. En consecuencia, el DHS afirma que tiene el derecho de buscar “terceros países seguros” que estén dispuestos a albergarlos.
Pero especialistas como Ken Opalo, profesor de la Universidad de Georgetown, opinan que se trata de una medida geopolítica. Según explicó a The Washington Post, Washington podría estar utilizando estos acuerdos como moneda de cambio para otras negociaciones, incluyendo acceso a recursos minerales estratégicos.
“La Casa Blanca está intentando convertir los acuerdos migratorios en tratados más amplios que incluyen concesiones económicas y acceso a infraestructura”, advirtió Opalo. “Pero este enfoque es riesgoso porque compromete la soberanía de los países africanos y erosiona la credibilidad diplomática de EE.UU.”
En paralelo, organizaciones como Amnistía Internacional han denunciado la falta de transparencia y el riesgo de que las personas deportadas sufran violaciones a sus derechos. Mary Kapron, representante de la organización, declaró a CNN en Español que “enviar a alguien a un país que no conoce, sin apoyo, sin idioma y sin red social es una forma de abandono estatal”.
Por ahora, el DHS no ha confirmado si existen acuerdos similares con otros países africanos. Sin embargo, se sabe que hubo conversaciones con Libia, Ruanda y Ghana. En el caso libio, el Ministerio de Asuntos Exteriores negó cualquier tipo de coordinación con Estados Unidos. “Libia no acepta migrantes de terceros países enviados por EE.UU., ni ahora ni en el futuro”, aseguró un portavoz en Trípoli.
La práctica de deportar migrantes a África plantea preguntas éticas, legales y humanitarias. ¿Puede un país enviar personas a otra nación sin su consentimiento ni relación alguna? ¿Están los gobiernos africanos aceptando estos acuerdos a cambio de favores políticos o financieros? ¿Qué responsabilidad tiene EE.UU. en el bienestar de los deportados en tierras extrañas?
Mientras la política migratoria continúa endureciéndose, y mientras las respuestas oficiales permanecen escasas, la controversia por estas deportaciones internacionales solo parece crecer.