El primer ministro canadiense, Mark Carney, reveló durante un acto de campaña que Donald Trump le sugirió que Canadá se convirtiera en el estado número 51 de Estados Unidos. Según Carney, la propuesta se hizo durante una llamada telefónica que ambos mantuvieron el 28 de marzo. La revelación ha generado un intenso debate tanto en Canadá como en Estados Unidos.
Durante la conversación, Trump habría argumentado las supuestas ventajas de una unión política, planteando que una integración con Estados Unidos impulsaría la economía canadiense y reforzaría la seguridad bilateral. De acuerdo con fuentes citadas por la televisión pública CBC, Carney dejó hablar a Trump antes de expresar su total desacuerdo. La fuente describe el intercambio como “nada fácil” y afirma que Carney cerró la discusión diciendo: “acordaremos disentir en esto”.
La portavoz del primer ministro, sin embargo, negó que se hubiera pronunciado esa frase exacta. Carney evitó entrar en detalles al ser consultado semanas atrás, y se limitó a describir la conversación como “cordial y positiva”, asegurando que Trump respetó la soberanía canadiense tanto en público como en privado. Ahora, con su campaña en marcha, ha optado por dar una versión más directa de lo ocurrido.
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El primer ministro de Canadá, Mark Carney, en una fotografía de archivo. EFE/Neil Hall/Pool
Mark Carney y Donald Trump: soberanía nacional como línea roja
La idea de que Canadá pueda convertirse en parte del territorio estadounidense ha sido rechazada categóricamente por Mark Carney. En sus declaraciones recientes, afirmó que “hemos mantenido conversaciones como naciones soberanas y hemos acordado que las negociaciones comenzarán después de las elecciones del lunes”.
Carney también hizo alusión al cambio de tono por parte de Trump. Subrayó que el actual presidente al menos lo llama primer ministro, a diferencia de su trato al exmandatario Justin Trudeau, a quien se refería como “gobernador”, una alusión que en su momento fue criticada por considerarse una falta de respeto institucional.
La propuesta de anexión no solo ha sido mal recibida por la clase política canadiense, sino también por analistas internacionales que la interpretan como un gesto simbólico más que una intención seria de reforma geopolítica. Sin embargo, la insistencia de Trump en llevar a cabo acciones poco convencionales ha obligado al gobierno canadiense a pronunciarse con firmeza sobre su soberanía.
Fotografía del nuevo líder del Partido Liberal y futuro primer ministro de Canadá, Mark Carney. EFE/EPA/ Andy Rain
Mark Carney y Donald Trump: implicaciones políticas y económicas
Más allá de lo anecdótico, el episodio entre Mark Carney y Donald Trump tiene implicaciones políticas importantes. En plena campaña electoral en Canadá, el tema ha provocado una oleada de reacciones. Los partidos de oposición han exigido mayor transparencia en las comunicaciones bilaterales y han advertido sobre la necesidad de proteger los intereses nacionales frente a cualquier presión extranjera.
Desde el punto de vista económico, algunos sectores ven con preocupación el impacto que este tipo de declaraciones puede tener en los mercados. La relación comercial entre Canadá y Estados Unidos es una de las más fuertes del mundo, con un intercambio diario de bienes y servicios superior a los 2.000 millones de dólares. La posibilidad, por remota que sea, de una anexión, crea una narrativa de inestabilidad que podría perjudicar la inversión extranjera y la confianza empresarial.
Además, se especula que Trump podría utilizar este tipo de propuestas como parte de su estrategia electoral, apelando a una base nacionalista que valora la expansión territorial simbólica o el control sobre aliados tradicionales. En ese contexto, Canadá se convierte en un punto de interés no por una amenaza real, sino por el valor político que representa en la narrativa interna estadounidense.