Este jueves 10 de abril, Ksenia Karelina, una bailarina ruso-estadounidense de 34 años, fue liberada por Rusia tras más de un año de detención. La joven, originaria de Los Ángeles, había sido arrestada en febrero de 2024 en la ciudad rusa de Ekaterimburgo bajo cargos de «alta traición», acusada por el Servicio Federal de Seguridad (FSB) de haber donado 51.80 dólares a una organización benéfica que apoyaba a Ucrania. Su liberación se dio como parte de un intercambio de prisioneros entre Moscú y Washington, un evento que tuvo lugar en Abu Dabi y que marca un nuevo capítulo en las tensas relaciones diplomáticas entre ambas potencias.
El anuncio oficial llegó por parte del secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio, quien informó a través de sus redes sociales que Ksenia Karelina ya se encontraba en un avión rumbo a casa. «Fue detenida injustamente durante más de un año y el presidente Donald Trump logró su liberación», escribió Rubio, destacando el esfuerzo del gobierno estadounidense por traer de vuelta a sus ciudadanos. La operación contó con la mediación de Emiratos Árabes Unidos, un país que se ha consolidado como un punto neutral para este tipo de negociaciones.
Karelina, quien obtuvo la ciudadanía estadounidense en 2021 tras casarse y mudarse a Los Ángeles, había viajado a Rusia para visitar a su familia cuando fue detenida. Su caso generó controversia internacional, especialmente porque la acusación se basó en una donación aparentemente menor, lo que llevó a las autoridades de EE.UU. a calificar el proceso como «absolutamente ridículo». La bailarina fue condenada en agosto de 2024 a 12 años de prisión en una colonia penal, pero su sentencia quedó atrás gracias a este acuerdo.
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Ksenia Karelina: De la Danza a la Pesadilla en Rusia
Antes de su detención, Ksenia Karelina llevaba una vida tranquila en California. Trabajaba como esteticista en un spa de Los Ángeles y practicaba ballet de manera amateur, una pasión que la conectaba con sus raíces rusas. Sin embargo, su viaje a Ekaterimburgo cambió todo. El FSB afirmó que la donación de poco más de 50 dólares a la organización Razom for Ukraine fue utilizada para comprar suministros médicos tácticos, equipos y armamento para las fuerzas ucranianas, una acusación que su defensa siempre cuestionó.
El arresto ocurrió en un contexto de creciente represión en Rusia contra cualquier muestra de apoyo a Ucrania, especialmente tras la invasión a gran escala iniciada en 2022. Inicialmente, Karelina fue detenida por un cargo menor de «vandalismo mezquino» tras un altercado en el que supuestamente usó lenguaje obsceno en público. Sin embargo, tras registrar su teléfono, las autoridades encontraron evidencia de la donación y elevaron los cargos a traición, un delito que en Rusia puede implicar hasta 20 años de cárcel.
Su pareja, el boxeador sudafricano Chris van Heerden, encabezó una campaña pública para exigir su liberación, argumentando que Ksenia no tenía intención de participar en actividades políticas. «Ella es una persona suave, con un corazón bondadoso», afirmó en una entrevista previa, expresando su temor por el impacto que la prisión tendría en su salud.
El rol de Ksenia Karelina en el intercambio de prisioneros
La liberación de Ksenia Karelina no ocurrió en aislamiento. A cambio, Estados Unidos liberó a Arthur Petrov, un ciudadano germano-ruso detenido en Chipre en 2023 y extraditado a EE.UU. en agosto de 2024. Petrov enfrentaba cargos por exportar microelectrónica sensible a Rusia, violando sanciones internacionales impuestas tras el conflicto en Ucrania. Este intercambio fue supervisado por el director de la CIA, John Ratcliffe, quien viajó a Abu Dabi para garantizar que el proceso se llevara a cabo sin contratiempos.
«Estoy orgulloso de los funcionarios de la CIA que trabajaron incansablemente para apoyar este esfuerzo», declaró Ratcliffe, agradeciendo también al gobierno de Emiratos Árabes Unidos por su rol como facilitador. Este canje se suma a otros acuerdos de alto perfil entre Rusia y Occidente en los últimos años, como la liberación del periodista Evan Gershkovich y el exmarine Paul Whelan en agosto de 2024.
El caso de Karelina resalta las tensiones entre Moscú y Washington, agravadas por la guerra en Ucrania. Desde 2022, Rusia ha detenido a varios ciudadanos estadounidenses, muchos de ellos con doble nacionalidad, bajo acusaciones que el gobierno de EE.UU. considera injustificadas. El Departamento de Estado ha reiterado su advertencia a los ciudadanos estadounidenses para que eviten viajar a Rusia debido al riesgo de detenciones arbitrarias.
Un regreso esperado y un futuro incierto
Mientras Ksenia Karelina vuela de regreso a Estados Unidos, su liberación es vista como una victoria diplomática para la administración Trump, que ha priorizado la repatriación de ciudadanos detenidos en el extranjero. Sin embargo, su experiencia deja preguntas abiertas sobre el destino de otros estadounidenses que permanecen bajo custodia rusa. Según Rubio, el gobierno continuará trabajando para asegurar la libertad de todos los detenidos.
Para Karelina, este regreso marca el fin de una odisea que comenzó con un simple viaje familiar y terminó en una celda de máxima seguridad. Su abogado ruso, Mijaíl Mushailov, confirmó que la bailarina ya había contactado a sus familiares desde Abu Dabi, mostrando alivio tras meses de incertidumbre. Aunque su historia tiene un desenlace positivo, también sirve como recordatorio de los riesgos que enfrentan quienes quedan atrapados en el fuego cruzado de las rivalidades geopolíticas.
En Los Ángeles, amigos y seres queridos preparan una cálida bienvenida para Ksenia, quien probablemente necesitará tiempo para sanar tras su ordeal. Mientras tanto, el mundo observa cómo evoluciona la relación entre Rusia y Estados Unidos, con cada intercambio de prisioneros ofreciendo una pequeña ventana hacia un posible deshielo diplomático.