Miles de ucranianos salieron a las calles de Kiev y otras ciudades el 22 de julio de 2025 para protestar contra una nueva ley firmada por el presidente Volodymyr Zelensky, que según críticos debilita la independencia de las agencias anticorrupción del país. Esta legislación, aprobada por el Parlamento, ha desatado la mayor manifestación antigubernamental desde el inicio de la invasión rusa en 2022, reflejando el creciente descontento en un país agotado por la guerra. La medida, que otorga mayor control al fiscal general sobre organismos clave, ha generado críticas tanto internas como de aliados internacionales, quienes temen un retroceso en la lucha contra la corrupción.
Protestas contra Zelensky por una ley polémica
La ley, promulgada el martes por la noche, refuerza la supervisión del fiscal general sobre la Oficina Nacional Anticorrupción (NABU) y la Fiscalía Especializada Anticorrupción (SAPO). Según Zelensky, esta reforma elimina la “influencia rusa” en estas instituciones y acelera investigaciones estancadas. Sin embargo, activistas y organizaciones como Transparencia Internacional Ucrania argumentan que la medida compromete la autonomía de estas agencias, creadas tras la Revolución de la Dignidad de 2014 para combatir la corrupción de alto nivel. El lunes, las autoridades detuvieron a dos funcionarios de la NABU por presuntos vínculos con Rusia, un movimiento que los críticos ven como un pretexto para justificar la reforma.
Por su parte, los manifestantes, incluidos veteranos de guerra, acusan a Zelensky de priorizar la lealtad de su círculo cercano sobre la transparencia democrática. “Aquellos que juraron proteger la Constitución ahora protegen a sus aliados”, declaró Oleh Symoroz, un veterano que perdió ambas piernas en 2022, durante la protesta en Kiev. Los carteles con mensajes como “Veto” y “Dejen de robar nuestro futuro” reflejaron la frustración de una sociedad que enfrenta más de tres años de conflicto.
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Protestas contra Zelensky amenazan su apoyo internacional
La Unión Europea, un aliado clave de Ucrania, expresó su preocupación por la nueva ley. La comisaria de Ampliación, Marta Kos, la calificó como un “grave retroceso” para las aspiraciones de Ucrania de unirse al bloque, donde la lucha contra la corrupción es un requisito fundamental. El ministro de Asuntos Exteriores de Alemania, Johann Wadephul, advirtió que limitar la independencia de la NABU obstaculiza el camino de Ucrania hacia la UE. Estas críticas llegan en un momento delicado, ya que Ucrania depende de miles de millones de dólares en ayuda occidental para sostener su resistencia contra Rusia.
Además, la ley ha generado tensiones internas en un país donde la confianza en el liderazgo es crucial. Zelensky, quien ha sido un símbolo global de la resistencia ucraniana, enfrenta ahora una distracción no deseada. En un mensaje en Telegram, afirmó que las agencias seguirán funcionando y prometió un plan conjunto en dos semanas para abordar las críticas. Sin embargo, la filial ucraniana de Transparencia Internacional acusó al gobierno de “desmantelar” una de las reformas más significativas desde 2014, dañando la confianza con sus socios internacionales.
Protestas contra Zelensky en un contexto de guerra
El descontento también se ve agravado por la fatiga de una guerra que ha dejado más de 10,000 civiles muertos y desplazado a casi 10 millones de personas, según la ONU. Las protestas, que se extendieron a ciudades como Lviv, Dnipro y Odesa, marcan un punto de inflexión en un país donde las manifestaciones públicas han sido raras desde la imposición de la ley marcial en 2022. Mientras tanto, Rusia aprovechó la situación para burlarse de Zelensky, con la portavoz del Ministerio de Exteriores, María Zajárova, ironizando sobre las acusaciones de “infiltración rusa”.
Pese a todo, Zelensky insiste en que la reforma fortalece la justicia al garantizar que los casos de corrupción no queden sin resolver. En medio de negociaciones con Rusia en Estambul, centradas en intercambios de prisioneros, las protestas contra Zelensky reflejan un creciente desafío interno. Los ucranianos, agotados por el conflicto, exigen transparencia mientras su presidente enfrenta la presión de mantener la unidad nacional y el apoyo internacional en un momento crítico.