La guerra comercial desatada por el reciente alza de aranceles impuesta por Estados Unidos bajo la administración de Donald Trump está generando ondas de incertidumbre económica en los mercados financieros de América Latina.
Anunciada el 2 de abril, la medida aplica una tarifa base del 10% a numerosos países de la región, con incrementos específicos para Guyana (38%), Nicaragua (18%) y Venezuela (15%), según la Oficina del Representante Comercial de Estados Unidos. Mientras México y Canadá quedaron exentos de ciertos gravámenes bajo el T-MEC, el resto de la región enfrenta un panorama de volatilidad en bolsas, monedas y exportaciones. La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) advirtió que estas medidas podrían reducir el crecimiento regional en un 0.5% si persisten.
El impacto inmediato se sintió en los mercados bursátiles. El índice MSCI Latin American, que agrupa las principales bolsas de la región, cayó un 1.8% en los días posteriores al anuncio, reflejando temores de inversionistas ante un posible enfriamiento económico. En Brasil, el Bovespa perdió un 2.1%, mientras que el IPC mexicano, aunque menos afectado por las exenciones del T-MEC, retrocedió un 0.9%. Las monedas también sufrieron. El peso mexicano, a pesar de un repunte inicial, se depreció un 0.2% frente al dólar, según datos del Banco de México. En Argentina, el riesgo país medido por el índice EMBI+ subió 15 puntos básicos, complicando el acceso a financiamiento externo.
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Guerra comercial y su presión sobre las exportaciones
El alza de aranceles amenaza sectores clave para América Latina, especialmente la agricultura y la manufactura. Países como Guatemala y Perú enfrentan incrementos en costos de exportación de productos como bananas y uvas, que podrían traducirse en precios más altos para los consumidores estadounidenses y pérdidas para los productores locales. La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) estimó que los aranceles podrían reducir las exportaciones agrícolas de la región en un 3% en 2025. En Nicaragua, donde el 17.5% de las exportaciones enfrentan tarifas efectivas más altas, el impacto podría ser aún más severo.
En Brasil, sin embargo, algunos analistas ven una oportunidad. Con una tarifa base del 10%, el país podría ganar cuota de mercado frente a competidores como China y la Unión Europea, que enfrentan aranceles del 34% y 20%, respectivamente. “Brasil puede beneficiarse indirectamente si las retaliaciones comerciales desvían flujos hacia sus productos”, señaló un informe del Ministerio de Economía brasileño. Aun así, la dependencia de la región de socios comerciales como Estados Unidos y China genera riesgos. Una posible devaluación del yuan chino, en respuesta a sus propios aranceles retaliatorios del 34%, podría afectar los precios de las materias primas latinoamericanas.
Efectos financieros de la guerra comercial en la región
La guerra comercial también está alterando las dinámicas de inversión. En Chile, el ** cobre**, un pilar económico, enfrenta incertidumbre ante la posibilidad de una menor demanda global si la economía estadounidense se desacelera. El Banco Central de Chile reportó una caída del 1.5% en los futuros del cobre tras el anuncio de los aranceles. En Colombia y Ecuador, cuyos envíos de petróleo están parcialmente exentos, el impacto directo es menor, pero la volatilidad del dólar complica las proyecciones fiscales.
Los bancos centrales de la región han respondido con cautela. El Banco de la República en Colombia mantuvo su tasa de interés en 9.25%, citando riesgos inflacionarios derivados de los mayores costos de importación. En contraste, el Banco Central do Brasil evalúa un posible aumento para contrarrestar la presión sobre el real. La CEPAL destacó que los países con menor exposición a productos gravados, como Bolivia y Paraguay, podrían mantener cierta estabilidad, pero nadie está inmune a los efectos secundarios de un comercio global restringido.
Por ahora, los gobiernos latinoamericanos buscan estrategias para mitigar el daño. Argentina y Uruguay están explorando acuerdos bilaterales para diversificar sus mercados, mientras Costa Rica apuesta por fortalecer su sector tecnológico, menos vulnerable a los aranceles. La guerra comercial sigue reconfigurando el panorama financiero, y aunque algunos países podrían encontrar oportunidades, la región enfrenta un camino lleno de desafíos mientras el mundo observa las próximas jugadas en este tablero económico.