Irán y EE.UU. reabren el diálogo nuclear: ¿hacia un nuevo acuerdo histórico?
Irán y Estados Unidos celebran este sábado una nueva ronda de negociaciones nucleares indirectas en Mascate, Omán. Se trata del tercer encuentro entre ambas partes en el último mes y marca un momento clave, ya que, por primera vez, se incluirá una reunión técnica destinada a discutir mecanismos concretos para limitar el programa nuclear iraní.
Las televisiones iraníes transmitieron imágenes del jefe negociador, el ministro de Exteriores Abás Araqchí, dirigiéndose a la sede de las conversaciones. Omán, país que ya ha actuado como mediador en crisis anteriores, mantiene su rol crucial en estas delicadas gestiones diplomáticas.
La contraparte estadounidense es Steve Witkoff, enviado especial para Oriente Medio, quien participará de forma indirecta a través de diplomáticos omaníes. El formato de negociaciones refleja el nivel de desconfianza mutua, pero también el interés de ambas naciones en encontrar puntos de entendimiento.
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Inicio de negociaciones técnicas: un paso hacia el progreso
En esta nueva ronda, además del diálogo político, se ha programado una reunión técnica. Esta fase será liderada por Michael Anton en representación de Estados Unidos, mientras que Irán estará representado por los viceministros de Exteriores Majid Takht Ravanchi y Kazem Gharibabadi.
El inicio de conversaciones técnicas se presenta como un hito relevante. «Hemos logrado un mejor entendimiento con nuestros interlocutores estadounidenses», aseguró Araqchí tras la reunión previa en Roma. Diplomáticos consultados por medios como Al Jazeera y Reuters confirman que ambas partes han mostrado disposición a avanzar en aspectos específicos del programa nuclear, aunque las diferencias de fondo persisten.
Desde que retomaron las conversaciones el pasado 12 de abril, los encuentros en Omán y Roma han sido calificados como «constructivos», pese a la tensión acumulada por años de desencuentros y sanciones.
Trump muestra apertura para un diálogo directo
En vísperas de esta nueva fase de negociaciones, el presidente Donald Trump sorprendió al declarar a la revista Time que estaría dispuesto a reunirse directamente con el líder supremo iraní, Alí Jameneí, o con el presidente Masud Pezeshkian.
«Claro», respondió Trump cuando fue consultado sobre esa posibilidad, una declaración que ha generado reacciones encontradas tanto en Washington como en Teherán.
Sin embargo, la postura de la administración Trump sigue siendo firme en cuanto a exigir un acuerdo más amplio. Estados Unidos pretende no solo limitar el programa nuclear de Irán, sino también abordar el programa de misiles balísticos y las actividades regionales de Teherán, como su apoyo a los hutíes en Yemen y a Hezbollah en Líbano.
Un escenario marcado por la desconfianza
Desde que Estados Unidos abandonó el acuerdo nuclear de 2015 (el Plan de Acción Integral Conjunto, PAIC), Teherán ha acelerado de forma notable su capacidad de enriquecimiento de uranio. Según el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), Irán posee actualmente reservas de uranio enriquecido superiores a las permitidas por el pacto original, un hecho que incrementa las preocupaciones internacionales.
Irán insiste en que su programa nuclear tiene fines pacíficos y ha reiterado que no está dispuesto a negociar su derecho a enriquecer uranio. Por su parte, Washington mantiene abierta la opción de endurecer las sanciones si no se logra un acuerdo integral que garantice que Irán no desarrollará armas nucleares.
En las actuales negociaciones, Teherán busca, principalmente, el levantamiento de las sanciones económicas que han afectado severamente su economía. El equipo estadounidense, sin embargo, plantea un enfoque más amplio que incluya mecanismos de verificación estrictos y un acuerdo de largo plazo.
Omán: un mediador estratégico en tiempos de tensión
La elección de Omán como sede de las conversaciones no es casual. Este pequeño país del Golfo ha sido históricamente un puente entre Irán y Occidente, jugando un papel vital en las conversaciones secretas que precedieron al acuerdo de 2015.
La diplomacia omaní, discreta pero efectiva, intenta mantener abiertas las vías de comunicación en un momento en que cualquier error de cálculo podría escalar en un conflicto regional de grandes dimensiones.
Mientras Irán y Estados Unidos cruzan acusaciones públicas y mantienen posturas duras, las conversaciones en Mascate representan una frágil esperanza de distensión. El mundo observa expectante si de esta nueva ronda surgirá un camino hacia un acuerdo más amplio y sostenible.