Estados Unidos ha anunciado este viernes 9 de mayo que comenzará a recibir a refugiados afrikáners, una minoría blanca sudafricana descendiente de colonos europeos, en medio de una creciente controversia internacional. La decisión, impulsada por la administración de Donald Trump, forma parte de un programa especial que prioriza el reasentamiento de esta comunidad, argumentando que enfrenta discriminación racial en Sudáfrica debido a políticas de reforma agraria.
El Departamento de Seguridad Nacional (DHS) confirmó que las primeras familias llegarán la próxima semana, un movimiento que coincide con la suspensión de ayuda económica a Sudáfrica, ordenada por Trump en febrero tras acusar al gobierno de Pretoria de confiscar tierras a agricultores blancos sin compensación.
El programa, bautizado como «Misión Sudáfrica», permitirá a los afrikáners solicitar asilo bajo el estatus de refugiados, a pesar de que el gobierno de EE.UU. ha restringido casi por completo las admisiones de otros solicitantes desde que Trump asumió el poder en enero de 2025. Según el DHS, se han identificado más de 67,000 personas interesadas en el reasentamiento, principalmente agricultores y sus familias, tras una lista entregada por la Cámara de Comercio Sudafricana en EE.UU. El secretario de Estado, Marco Rubio, defendió la medida, afirmando que busca proteger a una comunidad vulnerable, mientras que el proceso de selección ya está en marcha para evaluar casos individuales.
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Tensiones diplomáticas con Sudáfrica
La decisión ha desatado una fuerte reacción en Sudáfrica, donde el gobierno ha calificado el programa de políticamente motivado y carente de fundamento. El Ministerio de Relaciones Internacionales y Cooperación sudafricano emitió un comunicado este viernes, expresando preocupación por la acogida de presuntos refugiados afrikáners, señalando que esta minoría sigue siendo uno de los grupos más privilegiados económicamente en el país.
Pretoria insiste en que las acusaciones de discriminación racial son exageradas y carecen de pruebas sólidas, destacando que la ley de expropiación de tierras de enero de 2025 busca corregir desigualdades heredadas del apartheid, no atacar a la población blanca.
El presidente sudafricano Cyril Ramaphosa ha subrayado que su gobierno no impedirá la salida de ciudadanos que deseen emigrar, pero exigió claridad sobre el estatus legal de quienes abandonen el país bajo esta iniciativa.
Las tensiones se han intensificado desde que Trump suspendió la ayuda económica y expulsó al embajador sudafricano, Ebrahim Rasool, en marzo, acusándolo de posturas antiestadounidenses. Sudáfrica también ha cuestionado la coherencia de EE.UU., que deporta a miles de migrantes vulnerables mientras ofrece asilo a un grupo percibido como económicamente estable.
Reacciones y críticas globales afrikáners
La medida ha generado un debate polarizado tanto dentro como fuera de EE.UU. Mientras algunos apoyan la iniciativa como un gesto humanitario hacia los afrikáners, quienes alegan ser víctimas de violencia y políticas discriminatorias, otros la consideran una política racista que contradice los principios de igualdad migratoria.
El gobierno sudafricano ha destacado que los afrikáners, que representan alrededor del 7% de la población de 62 millones, poseen el 72% de las tierras agrícolas, desafiando la narrativa de persecución promovida por Trump y su aliado, el empresario sudafricano Elon Musk, nacido en Pretoria.
Organizaciones de derechos humanos han expresado preocupación por el enfoque selectivo de la administración Trump, que prioriza a los blancos sudafricanos mientras ignora a refugiados de otras regiones afectadas por conflictos. En Sudáfrica, grupos como AfriForum y Solidaridad han rechazado la oferta de reasentamiento, afirmando que sus miembros prefieren quedarse y resolver sus problemas localmente.
El DHS, por su parte, ha insistido en que el programa respeta el estado de derecho y ofrece a los afrikáners una oportunidad de rehacer sus vidas, utilizando fondos federales reasignados de otros programas de refugiados. Esta situación pone de relieve las divisiones migratorias que marcan la política internacional actual.