Un asteroide de aproximadamente 350 metros de diámetro se acercará a la Tierra este viernes 9 de mayo de 2025, según información actualizada por la NASA. Este cuerpo celeste, identificado como parte de los objetos cercanos a la Tierra (NEO, por sus siglas en inglés), pasará a una distancia segura de 1.2 millones de kilómetros, equivalente a unas tres veces la distancia entre la Tierra y la Luna.
La Oficina de Coordinación de Defensa Planetaria de la NASA ha confirmado que no representa un riesgo de impacto, pero su tamaño y proximidad han despertado interés entre astrónomos, educadores y el público general. Este evento forma parte del monitoreo rutinario de cuerpos espaciales que podrían afectar al planeta en el futuro, con la NASA catalogando más de 30,000 NEOs desde 1998.
El asteroide, que aún no tiene un nombre oficial y lleva una designación temporal, viajará a una velocidad estimada de 20 kilómetros por segundo, según datos preliminares del Centro de Estudios de Objetos Cercanos a la Tierra (CNEOS).
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Su paso ocurrirá entre las 06:00 y 08:00 a.m. hora del este de EE.UU., y aunque no será visible a simple vista, observatorios como el de Arecibo en Puerto Rico y el de Mauna Kea en Hawái planean rastrearlo con telescopios avanzados. La NASA ha destacado que objetos de este tamaño, aunque raros, son clave para probar tecnologías de desvío, como las desarrolladas en la misión DART de 2022, que impactó con éxito el asteroide Dimorphos. Este acercamiento es una oportunidad para estudiar su composición rocosa, posiblemente metálica, y refinar su órbita con mayor precisión, datos que se compartirán en un informe público el 10 de mayo.
Monitoreo y seguridad del asteroide
La NASA y otras agencias espaciales, como la Agencia Espacial Europea (ESA), han intensificado el seguimiento de este asteroide desde su detección a principios de abril de 2025. Con un diámetro estimado entre 340 y 360 metros, su tamaño lo clasifica como potencialmente peligroso bajo los criterios de la agencia, que consideran objetos mayores a 140 metros como una posible amenaza regional si impactaran.
Sin embargo, las trayectorias actuales descartan cualquier colisión, con el cuerpo pasando a una distancia segura según cálculos actualizados el 7 de mayo tras observaciones del telescopio Pan-STARRS en Hawái. El Departamento de Defensa de EE.UU. colabora en el monitoreo, utilizando radares militares para refinar la data y garantizar la seguridad planetaria, mientras la ESA planea simular escenarios de impacto con este evento como base.
El seguimiento incluye el uso de redes de telescopios globales, con contribuciones de observatorios en Chile y Australia, lo que permite un análisis tridimensional del asteroide. La NASA también ha involucrado a ciudadanos a través de su programa de ciencia ciudadana, donde aficionados pueden reportar observaciones desde sus propios telescopios, un esfuerzo que ha registrado más de 50,000 participantes desde su inicio en 2020. Este monitoreo continuo busca no solo proteger al planeta, sino también preparar a la humanidad para futuros eventos, con planes para misiones de desvío que podrían activarse si un asteroide de mayor riesgo fuera detectado.
Impacto hipotético
Si un asteroide de estas dimensiones impactara la Tierra, las consecuencias dependerían de su composición y lugar de caída. La NASA estima que un cuerpo de 350 metros liberaría energía equivalente a 10 megatones de TNT, comparable a 500 bombas de Hiroshima, capaz de devastar una ciudad como Dallas o generar tsunamis masivos si cayera en el océano Atlántico.
En 2013, el evento de Chelyabinsk, causado por un asteroide de 20 metros, liberó 0.5 megatones y afectó a más de 1,000 personas, ofreciendo un precedente menor pero ilustrativo. Expertos del CNEOS señalan que la probabilidad de impacto es nula para este evento, y el riesgo real se evalúa en menos de 0.001% en las próximas décadas, pero el tamaño del asteroide lo convierte en un caso de estudio valioso.
Históricamente, asteroides de este tamaño impactan la Tierra cada 50,000 a 100,000 años, y su efecto podría variar desde cráteres de 5 kilómetros hasta alteraciones climáticas locales si liberaran polvo a la atmósfera. La misión DART demostró que un impacto controlado puede desviar órbitas, y la NASA planea una misión de seguimiento, la NEO Surveyor, para lanzar en 2028 y detectar objetos como este con mayor antelación. Este acercamiento sirve como recordatorio de la importancia de la vigilancia espacial, con simulaciones globales programadas para noviembre de 2025 en colaboración con la ONU.
Expectativas globales
El paso del asteroide ha generado interés en la comunidad científica y educativa, con la NASA organizando transmisiones en vivo desde el 9 de mayo para estudiantes y aficionados, accesibles a través de plataformas educativas. En México, la Secretaría de Educación Pública ha incluido el evento en su calendario de actividades astronómicas, promoviendo observaciones en escuelas con telescopios portátiles y charlas en línea para más de 500,000 estudiantes. En Europa, la ESA planea usar datos de este paso para simular estrategias de defensa planetaria, especialmente tras el éxito de DART, mientras Japón considera una misión propia para 2030 basada en esta experiencia.
El evento también ha captado la atención de países en desarrollo, con la India anunciando un programa de observación a través del Observatorio Aryabhatta, y Brasil planeando talleres educativos en São Paulo. Aunque no hay alarma, el acercamiento pone de manifiesto la colaboración internacional en la protección contra amenazas espaciales, con la NASA liderando un foro global el 12 de mayo para discutir avances en detección. Este esfuerzo colectivo subraya la importancia del monitoreo continuo para garantizar la seguridad a largo plazo.