Ciudad de México se ha convertido en un nuevo epicentro de la inmovilidad migrante, atrapando a miles de personas en busca de asilo en Estados Unidos. A seis meses del regreso de Donald Trump a la presidencia, nuevas políticas y restricciones han provocado un cambio en las rutas migratorias, forzando a hombres, mujeres y familias enteras a detenerse en el centro del país ante la incertidumbre, el miedo y la falta de respuestas institucionales.
Inmovilidad migrante en CDMX: efecto frontera y nuevas rutas
Antes, Tapachula o Tijuana eran puntos tradicionales de llegada para migrantes. Hoy, las calles de la capital mexicana reflejan un nuevo patrón: la inmovilidad migrante se ha desplazado al corazón del país. Las políticas más restrictivas del nuevo gobierno estadounidense, como el fin de las citas CBP-One y el aumento de deportaciones inmediatas, han generado una nueva realidad.
Tania Rodríguez Zafra, directora de Ayuda en Acción México, asegura que “la gente ya no está llegando directamente a la frontera norte. Se están quedando en el centro porque no pueden avanzar”. Según cifras proporcionadas por su organización, la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar) está recibiendo entre 500 y 800 solicitudes diarias, lo que representa una presión significativa sobre los servicios sociales de la capital.
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— Radio Intereconomía (@rintereconomia) July 25, 2025
Obstáculos legales y desconfianza: el bloqueo invisible
Un reciente informe de Ayuda en Acción revela que un 44 % de los migrantes encuestados en Ciudad de México —principalmente de Venezuela, Cuba y Centroamérica— se sienten estancados, sin posibilidad de avanzar ni establecerse. El miedo a ser deportados y la dificultad para acceder a trámites o servicios básicos agravan la situación.
Luis Miguel, un migrante venezolano, encontró un trabajo temporal en una fábrica, pero confiesa estar “desilusionado” con la calidad de vida. “Si la página vuelve a abrirse, me voy”, dice, refiriéndose al sistema CBP-One. Su caso no es aislado. Muchos comparten el mismo sentimiento de estancamiento.
La inmovilidad migrante no solo es física, también es burocrática y emocional. Rodríguez Zafra señala que muchos de estos migrantes no saben si continuar hacia el norte o intentar establecerse en México, país donde tampoco encuentran estabilidad.

Fotografía del exterior de la ‘Escuela Libre de Homeopatía de México’, donde hay una controversia en torno a su uso como albergue de migrantes, en Ciudad de México (México). EFE/ Mario Guzmán
Albergues en CDMX: ¿refugio o imposición?
En respuesta a la crisis, el gobierno de Ciudad de México habilitó nuevos albergues para personas migrantes. Sin embargo, esto desató protestas en barrios como Peralvillo y Azcapotzalco. La principal crítica no es hacia las personas migrantes, sino a la falta de diálogo y planeación por parte del gobierno local.
Uno de los casos más polémicos ocurrió en la Escuela Libre de Homeopatía de México, clausurada para convertirla en albergue. Este edificio, que funcionaba como hospital y escuela, atendía a comunidades vulnerables, incluidos migrantes, pero ahora es símbolo de una disputa entre autoridades y vecinos.
“Esto no es xenofobia”, señala la doctora Isis María Infante, docente de la institución. “Muchos migrantes han sido beneficiarios de la escuela. Pero usar su presencia como excusa para cerrar el lugar es injusto. Estamos luchando por nuestra escuela, que atiende a personas sin seguridad social, incluyendo a quienes vienen de otros países”.
Fotografía aérea de archivo de un tramo de la frontera entre Estados Unidos y México. EFE/ Ángel Colmenares
Alternativas a la inmovilidad migrante: casas de transición
Frente al caos institucional, organizaciones civiles como Ayuda en Acción proponen soluciones más estructurales. A fines de 2024, abrieron en Ciudad de México una casa de transición enfocada en mujeres y población LGTBI migrante. Allí ofrecen alojamiento temporal, apoyo legal, acceso a empleo y acompañamiento para trámites de regularización.
“La inmovilidad migrante no se resuelve con parches. Hay gente que solo necesita una oportunidad”, afirma Rodríguez Zafra. Según la experta, el programa no es obligatorio: “Las personas que opten por una vida digna entran al programa. Las que solo esperan que Estados Unidos abra sus puertas, seguirán esperando”.
Por ahora, la frontera sigue cerrada y Ciudad de México se consolida como una antesala indefinida para miles de migrantes. Entre trámites detenidos, discursos divididos y promesas incumplidas, la capital mexicana vive su propia crisis humanitaria silenciosa.