El secretario de Economía de México, Marcelo Ebrard, ha viajado por quinta vez a Washington D.C. para continuar con las negociaciones que tienen como objetivo evitar la implementación de un arancel del 25% a productos mexicanos, especialmente a vehículos y componentes automotrices. Este arancel, propuesto por la administración del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, está programado para entrar en vigor el próximo 2 de abril, lo que ha generado gran preocupación en los sectores productivos de ambos países.
El contexto de las negociaciones
El comercio entre México y Estados Unidos es crucial para la economía de ambos países. Desde la firma del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), la relación comercial se ha intensificado, pero también ha estado marcada por momentos de tensión. El anuncio de los aranceles ha puesto a prueba la solidez de este acuerdo y ha generado incertidumbre en las empresas mexicanas, que dependen en gran medida de las exportaciones hacia el vecino del norte.
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Marcelo Ebrard ha jugado un papel fundamental en estas negociaciones, viajando en varias ocasiones a Washington para dialogar con funcionarios del gobierno de Estados Unidos. En sus visitas anteriores, Ebrard se reunió con representantes del gobierno estadounidense, incluyendo al secretario de Comercio, Howard Lutnick, quien es uno de los principales interlocutores en este proceso. La idea detrás de estos viajes es evitar que los aranceles se implementen, buscando soluciones que beneficien a ambas partes sin afectar la competitividad de la industria mexicana.
Foto de archivo del secretario de Relaciones Exteriores de México, Marcelo Ebrard. EFE/Isaac Esquivel
El impacto de los aranceles
La imposición de un arancel del 25% afectaría gravemente a la industria automotriz de México, que es uno de los principales sectores exportadores del país. México es uno de los mayores exportadores de vehículos a Estados Unidos, y más de un millón de autos mexicanos llegan cada año a ese mercado. Además, componentes clave de la industria automotriz, como motores y transmisiones, también están en la mira de estos aranceles, lo que podría aumentar significativamente los costos de producción y reducir la competitividad de las empresas mexicanas.
Por otro lado, este arancel no solo afectaría a México, sino también a las empresas estadounidenses que dependen de las exportaciones mexicanas para completar sus productos. La interdependencia económica entre ambos países hace que la imposición de aranceles no sea solo un problema para México, sino también para las empresas estadounidenses que se beneficiarían de la eliminación de estas tarifas.
Fotografía de archivo de una línea de producción en una planta ensambladora de vehículos en México. EFE/Hilda Ríos
Las estrategias de México
Ante esta amenaza, el gobierno mexicano ha adoptado una estrategia de comunicación constante con las autoridades estadounidenses. Además de las visitas frecuentes de Ebrard a Washington, México ha intentado aprovechar el marco del T-MEC para argumentar que los aranceles no serían coherentes con los acuerdos establecidos en este tratado. La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, ha destacado que las negociaciones son fundamentales para encontrar una solución que no afecte negativamente a la economía mexicana, y ha afirmado que la situación de México podría ser tratada de manera especial debido a las condiciones pactadas en el T-MEC.
Asimismo, el gobierno mexicano ha sido claro en que preferiría evitar medidas retaliatorias, como la imposición de aranceles recíprocos, optando por el diálogo directo con Estados Unidos. De hecho, Sheinbaum ha resaltado que la diplomacia sigue siendo la vía preferida por el gobierno mexicano para resolver este conflicto.
Fotografía de archivo de trabajadores en una planta de ensamblaje de vehículos en San Luis Potosí (México). EFE/ Carlos Ramírez