Reaperturar cárcel de Alcatraz para «los delincuentes más despiadados», como señala Trump, ¿será la ‘solución’ para acabar con la violencia en EE.UU.?. Orden presidencial se da tras firmar documento para enviar a migrantes a Guantánamo.
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El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció a través de su plataforma Truth Social, la orden de reabrir y ampliar la prisión de Alcatraz, conocida como “La Roca”, ubicada en una isla en la bahía de San Francisco. La decisión, que busca albergar a los “delincuentes más despiadados y violentos” del país, ha generado un intenso debate sobre su viabilidad, costos y eficacia como medida para combatir la violencia en Estados Unidos.
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Esta orden llega tras otra controvertida decisión presidencial: la firma de un decreto en enero de 2025 para enviar migrantes considerados “delincuentes de alta prioridad” a un centro de detención en la Bahía de Guantánamo, Cuba. ¿Es la reapertura de Alcatraz una solución realista o un gesto simbólico? Analizamos los detalles.
“Ya no seremos rehenes de criminales, matones y jueces que temen hacer su trabajo”, afirmó Trump en su mensaje, subrayando que la reapertura de Alcatraz será un “símbolo de ley, orden y justicia”. La prisión, operativa entre 1934 y 1963, albergó a criminales notorios como Al Capone y George “Machine Gun” Kelly.
Su ubicación en una isla rocosa, rodeada por las frías y turbulentas aguas del Pacífico, la convirtió en un lugar prácticamente a prueba de fugas, aunque no exento de intentos célebres, como el escape de 1962 protagonizado por Frank Morris y los hermanos Anglin.
Trump ordenó a la Oficina de Prisiones, el Departamento de Justicia, el FBI y el Departamento de Seguridad Nacional colaborar en la reconstrucción y ampliación de la cárcel. Aunque no se han detallado los planes específicos, el presidente sugirió que la prisión podría albergar a un número significativamente mayor de reclusos, incluyendo, según sus palabras, “delincuentes que ingresaron ilegalmente al país”.
Esta referencia ha levantado preocupaciones sobre la posible detención de migrantes, en línea con la reciente orden de enviar a 30,000 migrantes a Guantánamo, una medida criticada por organismos de derechos humanos como un “acto de brutalidad”.
¿Una solución viable para la violencia?
La propuesta de Trump se enmarca en su narrativa de mano dura contra la criminalidad, que presentó como una “crisis” durante su campaña. Sin embargo, expertos cuestionan si reabrir Alcatraz es una solución práctica. Según el FBI, las tasas de delitos violentos en EE.UU. han disminuido en los últimos años, aunque ciertos delitos, como homicidios en áreas urbanas, siguen siendo preocupantes.
En 2023, el FBI reportó una tasa de delitos violentos de 363.8 por 100,000 habitantes, una reducción del 3% respecto a 2022. No obstante, Trump argumenta que los “delincuentes reincidentes” son una amenaza persistente.
Criminólogos como John Pfaff, de la Universidad de Fordham, señalan que el encarcelamiento masivo no necesariamente reduce la delincuencia. “La idea de aislar a los ‘peores’ criminales en una prisión remota suena atractiva, pero ignora las causas estructurales de la violencia, como la pobreza, la falta de educación y el acceso a armas”, explica Pfaff. Además, el sistema penitenciario estadounidense ya enfrenta problemas de hacinamiento, con más de 2 millones de personas encarceladas, según el Bureau of Justice Statistics. Ampliar Alcatraz podría desviar recursos de otras prioridades, como la rehabilitación o la prevención del crimen.
Por otro lado, la mención de migrantes como posibles reclusos ha generado críticas. Organizaciones como Amnistía Internacional han denunciado que asociar a los migrantes con la delincuencia es una estrategia para justificar políticas antiinmigrantes.
La orden de enviar migrantes a Guantánamo, firmada en enero de 2025, ya enfrentó demandas por presuntas violaciones constitucionales, y la reapertura de Alcatraz podría seguir un camino similar.
Los costos de restaurar “La Roca”
La prisión de Alcatraz cerró en 1963 debido a los altos costos de operación y mantenimiento, estimados entre 3 y 5 millones de dólares anuales en ese entonces (equivalentes a unos 30-50 millones de dólares actuales). El deterioro de las instalaciones, causado por la exposición al agua salada, y los gastos de transportar suministros y personal a la isla fueron factores determinantes. Hoy, reabrir y ampliar la prisión implicaría una inversión significativa.
Según un informe de la Oficina de Prisiones, mantener Alcatraz en los años 60 era tres veces más costoso que operar una prisión continental. Expertos en infraestructura penitenciaria estiman que restaurar la prisión para cumplir con estándares modernos (como celdas seguras, sistemas eléctricos y de plomería actualizados) podría costar entre 500 y 1,000 millones de dólares, dependiendo del alcance de la ampliación.
Esto no incluye los costos operativos anuales, que podrían superar los 100 millones de dólares, dado el aislamiento de la isla y la necesidad de personal especializado.
El Servicio de Parques Nacionales, que actualmente gestiona Alcatraz como sitio turístico y Monumento Histórico Nacional, ha expresado preocupaciones logísticas. La isla recibe más de 1.4 millones de visitantes al año, generando ingresos significativos. Convertirla nuevamente en una prisión activa requeriría negociar con el Servicio de Parques y resolver conflictos sobre el uso del terreno, lo que podría prolongar el proyecto y aumentar los costos.
La idea de reabrir Alcatraz fue sugerida inicialmente por Donald Trump Jr. en enero de 2025, tras la orden de Guantánamo. “¡Qué gran idea! ¡¿Quizás también deberíamos reabrir Alcatraz?!”, escribió en X. La propuesta ha sido aplaudida por sectores conservadores, que la ven como un mensaje contundente contra la delincuencia. Sin embargo, críticos como la senadora demócrata Nancy Pelosi, cuya circunscripción incluye San Francisco, han calificado la medida como “un espectáculo político” que desvía la atención de problemas más urgentes, como la reforma del sistema de justicia.
Desde un punto de vista cultural, Alcatraz es más que una prisión: es un ícono representado en películas como La Roca y Fuga de Alcatraz. Su reapertura podría reforzar su mito, pero también plantea preguntas éticas sobre el uso de instalaciones históricas para políticas modernas. “Alcatraz es un recordatorio de una era de castigo severo, no de rehabilitación”, señala la historiadora Susan Smith, de la Universidad de California.
¿Hacia dónde va esta decisión?
La reapertura de Alcatraz enfrenta obstáculos prácticos, legales y financieros. La falta de detalles sobre el presupuesto, la capacidad de la prisión y los criterios para seleccionar a los reclusos genera incertidumbre. Además, la posible inclusión de migrantes como objetivo de la medida podría desencadenar nuevas batallas legales, similares a las que enfrenta la política de Guantánamo.
En última instancia, la pregunta no es solo si Alcatraz puede reabrirse, sino si hacerlo abordará las raíces de la violencia en EE.UU. Por ahora, la orden de Trump parece más un gesto simbólico que una solución integral. Mientras “La Roca” sigue siendo un emblema del pasado, su futuro como prisión activa está lejos de estar definido.