La presidenta interina de la Universidad de Columbia renunció en medio de cambios polémicos

Katrina Armstrong anunció su renuncia como presidenta interina de la Universidad de Columbia, un cargo que ocupaba desde agosto de 2024 tras la salida de Minouche Shafik. La dimisión, efectiva de inmediato, fue confirmada por la institución este viernes, y Armstrong regresará a su rol como directora ejecutiva del Centro Médico Irving de la universidad.

Su salida ocurre apenas una semana después de que la universidad aceptara una serie de demandas del gobierno de Donald Trump para recuperar $400 millones en fondos federales, una decisión que ha generado controversia y críticas entre estudiantes y académicos. La junta de fideicomisarios nombró a Claire Shipman, copresidenta de la junta y ex periodista, como presidenta interina hasta que se designe un reemplazo permanente.

En un comunicado publicado en el sitio oficial de la Universidad de Columbia, Armstrong expresó su orgullo por haber liderado la institución durante un período «importante y desafiante». «Mi corazón está con la ciencia y mi pasión con la curación.

Ahí es donde puedo servir mejor a esta universidad», afirmó, justificando su retorno al ámbito médico. La renuncia llega en un momento de alta tensión para Columbia, que ha estado en el ojo del huracán desde las protestas pro palestinas de 2024, las cuales desataron divisiones internas y atrajeron la atención del gobierno federal. David Greenwald, presidente de la junta de fideicomisarios, elogió el trabajo de Armstrong: «Aceptó este rol en un momento de gran incertidumbre y trabajó incansablemente por nuestra comunidad».

La semana pasada, la universidad acordó implementar cambios drásticos en sus políticas, incluyendo la prohibición de máscaras en protestas, la exclusión de manifestaciones en edificios académicos y una revisión de su departamento de estudios de Medio Oriente, según un anuncio oficial de la institución. Estas medidas fueron una respuesta directa a la amenaza de Trump de cortar fondos federales, argumentando que Columbia no había hecho lo suficiente para combatir el antisemitismo en el campus tras las manifestaciones del verano pasado. La Oficina de Presupuesto y Gestión de EE.UU. señaló que las negociaciones para restaurar el financiamiento continuarán bajo el liderazgo de Shipman.

Universidad de Columbia bajo presión federal

La salida de Armstrong no es un hecho aislado. En agosto de 2024, Minouche Shafik renunció tras meses de críticas por su manejo de las protestas relacionadas con el conflicto entre Israel y Hamás, que incluyeron campamentos en el campus y enfrentamientos con la policía. Desde entonces, la Universidad de Columbia ha enfrentado un escrutinio constante, tanto interno como externo. La administración Trump ha intensificado su enfoque en las universidades estadounidenses, acusándolas de permitir discursos de odio y no proteger a los estudiantes judíos, lo que llevó a la cancelación de $400 millones en fondos de investigación para Columbia a principios de este año, según el Departamento de Educación de EE.UU.

El nombramiento de Claire Shipman como presidenta interina marca el tercer cambio de liderazgo en menos de un año. Shipman, con dos títulos de Columbia y una carrera destacada en periodismo, asume el cargo con la promesa de trabajar con el profesorado y proteger a los estudiantes mientras se implementan las reformas exigidas. «Entiendo los serios desafíos que enfrentamos», escribió en una carta abierta a la comunidad universitaria. Su llegada coincide con un aumento en las detenciones de estudiantes vinculados a las protestas, incluyendo a Mahmoud Khalil, un líder del movimiento pro palestino y residente legal de EE.UU., arrestado recientemente por el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE).

Un campus en transformación

Los cambios impuestos por el gobierno han generado reacciones mixtas. Grupos de profesores han presentado demandas contra la administración Trump, argumentando que las nuevas políticas atentan contra la libertad académica, según la Asociación Americana de Profesores Universitarios. Mientras tanto, el campus de Morningside Heights sigue siendo un punto focal de activismo, con estudiantes exigiendo claridad sobre las detenciones y el futuro de los programas académicos bajo revisión. La Universidad de Columbia, con una matrícula de más de 30,000 estudiantes, enfrenta ahora el desafío de equilibrar las demandas federales con las expectativas de su comunidad.

El próximo paso para Columbia será la búsqueda de un presidente permanente, un proceso que la junta espera completar en los próximos meses. Mientras tanto, Shipman liderará la institución a través de un semestre que promete ser tumultuoso, con las reformas recién implementadas entrando en vigor y las tensiones políticas en aumento. La mirada del mundo académico y del gobierno federal sigue fija en esta universidad icónica, cuya historia reciente refleja los retos de la educación superior en tiempos de polarización.

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