El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y su homólogo sudafricano, Cyril Ramaphosa, protagonizaron un tenso encuentro en la Casa Blanca tras abordar una polémica acusación de genocidio en Sudáfrica. La discusión giró en torno al supuesto asesinato sistemático de granjeros blancos, tema que ha tensado las relaciones bilaterales entre ambas naciones.
La reunión se desarrolló en medio de un contexto diplomático ya complejo. Trump, quien recientemente concedió asilo a 49 sudafricanos blancos, argumentó que estas personas eran víctimas de persecución racial. Ramaphosa, por su parte, negó rotundamente la existencia de un genocidio, calificando las afirmaciones del mandatario estadounidense como una distorsión grave de la realidad sudafricana.

ACUSACIONES DE GENOCIDIO PROVOCAN TENSIÓN DIPLOMÁTICA
El encuentro, que en un inicio parecía protocolar, escaló en tensión cuando Trump pidió reproducir videos que supuestamente evidenciaban crímenes selectivos contra la población blanca rural en Sudáfrica. El material incluía discursos de figuras como Julius Malema, líder del partido Luchadores por la Libertad Económica, promoviendo la expropiación de tierras sin compensación.
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Trump calificó el contenido como prueba de un genocidio silencioso. Ramaphosa observó en silencio y solicitó detalles sobre el origen de los videos, asegurando no haberlos visto antes. «Esta narrativa ignora décadas de injusticia estructural y no contribuye a construir puentes», expresó más tarde ante los medios.
El Gobierno sudafricano sostiene que la violencia afecta en mayor medida a comunidades negras y que no existe ningún patrón racial detrás de los ataques. La criminalidad en zonas rurales, subrayan, es un problema estructural alimentado por desigualdad, desempleo y falta de servicios.
LÍDERES, EMPRESARIOS Y FIGURAS PÚBLICAS OPINAN SOBRE EL GENOCIDIO
El término “genocidio” ha sido cuestionado incluso por miembros de la delegación sudafricana presentes en la Casa Blanca. Los golfistas Ernie Els y Retief Goosen, de origen afrikáner, evitaron respaldar los argumentos de Trump. Aun así, la tensión no se disipó del todo.
Durante la cita también intervino el empresario sudafricano Johann Rupert, quien indicó que “las muertes no afectan solo a los blancos, sino a toda la población”. Rupert pidió apoyo tecnológico estadounidense, incluyendo acceso a la red Starlink y drones de vigilancia, para frenar la ola de crímenes en zonas rurales.
Otro personaje clave fue Elon Musk, magnate sudafricano-estadounidense, quien ofreció un punto de vista contrario. Musk acusó al Gobierno de su país natal de perseguir a la minoría blanca, afirmación que encendió aún más el debate sobre el supuesto genocidio.
Según datos de la organización sudafricana AgriSA, los ataques a granjas se han mantenido constantes durante los últimos años, pero no hay evidencia de que tengan una motivación exclusivamente racial. De acuerdo con cifras oficiales, las tasas de homicidio en Sudáfrica afectan desproporcionadamente a jóvenes negros en zonas urbanas.
SUDÁFRICA RECHAZA LAS ACUSACIONES DE GENOCIDIO Y PROPONE NUEVOS ACUERDOS COMERCIALES
Ramaphosa aprovechó la reunión para presentar propuestas orientadas a reforzar las relaciones bilaterales. Entre los acuerdos está la compra de gas natural licuado estadounidense y la cooperación en el suministro de minerales críticos como litio, cobalto y manganeso, esenciales para la industria tecnológica.
“Queremos cooperar y superar diferencias ideológicas. Esta narrativa de genocidio no debe opacar los intereses comunes que compartimos”, declaró Ramaphosa tras la reunión.
No obstante, Trump se mostró reacio a dejar el tema de lado. Al finalizar la cita, reiteró que su gobierno mantendrá su decisión de excluir a Sudáfrica del G20 como medida de presión, además de expulsar al embajador sudafricano en Washington.
Estas decisiones han generado rechazo en sectores diplomáticos y académicos de ambos países. Varios analistas internacionales han advertido que usar el término genocidio sin evidencia contundente puede tener graves implicancias legales y diplomáticas.

CONTEXTO Y REPERCUSIONES INTERNACIONALES DEL GENOCIDIO ALEGADO
El uso del término “genocidio” ha provocado fuertes reacciones en el ámbito internacional. Organismos como Human Rights Watch y Amnistía Internacional han reiterado que, si bien hay problemas graves de seguridad en Sudáfrica, no existen elementos para calificar los hechos como genocidio según el Derecho Internacional.
El fiscal jefe de la Corte Penal Internacional, Karim Khan, señaló recientemente que las investigaciones en curso sobre violaciones a derechos humanos deben guiarse por evidencia verificable y no por narrativas mediáticas o motivaciones políticas.
Por su parte, el Congreso de EE.UU. ha iniciado un debate bipartidista sobre las implicancias de aceptar refugiados por presunto genocidio sin contar con informes concluyentes del Departamento de Estado. Algunos legisladores consideran que esto podría sentar un precedente peligroso.
Mientras tanto, el Gobierno de Sudáfrica insiste en que sus políticas de reforma agraria buscan corregir siglos de injusticia y redistribuir la riqueza de forma equitativa, sin recurrir a violencia ni discriminación.