El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció la imposición de nuevos aranceles a partir del 1 de agosto de 2025, afectando importaciones de países clave como Canadá, México, Japón y la Unión Europea. Con tasas que alcanzan hasta el 50%, esta política busca presionar por acuerdos comerciales más favorables, pero podría encarecer productos esenciales para los consumidores estadounidenses. Desde alimentos hasta automóviles, los nuevos aranceles prometen impactar los bolsillos y reavivar tensiones comerciales globales. A continuación, exploramos qué productos se verán afectados y cómo podrían cambiar los precios.
Nuevos aranceles elevan costos de alimentos y ropa
Los nuevos aranceles, descritos como “recíprocos” por la Casa Blanca, incluyen tasas del 35% para Canadá, 30% para México y la Unión Europea, 25% para Japón y hasta 36% para países como Camboya y Bangladesh. Según el Yale Budget Lab, estas medidas podrían sumar un costo adicional de 2,400 dólares anuales por hogar estadounidense. Productos como café, frutas frescas (especialmente aguacates mexicanos), y ropa de países asiáticos enfrentarán alzas significativas. Por ejemplo, México suministra más del 25% de las frutas y verduras consumidas en Estados Unidos, y los aranceles del 30% podrían elevar los precios de estos bienes en supermercados.
Además, la moda rápida, dependiente de exportaciones de Camboya y Bangladesh, verá incrementos en prendas como camisetas y calzado. El Consejo de Comercio Textil de Estados Unidos advirtió que los consumidores podrían pagar hasta un 20% más por ropa importada. La vocera presidencial, Karoline Leavitt, defendió los aranceles, argumentando que protegen a los trabajadores estadounidenses al incentivar la producción local, aunque los críticos advierten sobre el impacto inflacionario.
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Impacto de los nuevos aranceles en autos y tecnología
La industria automotriz también enfrentará desafíos con los nuevos aranceles. México y Canadá, pilares del Acuerdo Estados Unidos-México-Canadá (USMCA), producen gran parte de los vehículos y autopartes vendidos en Estados Unidos. Aunque los bienes bajo el USMCA están exentos, el 13% de las exportaciones mexicanas no cubiertas por el acuerdo enfrentarán un arancel del 30%, según el gobierno mexicano. Esto podría encarecer modelos de marcas como Toyota y Volkswagen, que fabrican en México. Japón, con un arancel del 25%, verá afectados vehículos de Nissan y Honda, lo que preocupa a los distribuidores estadounidenses.
Por su parte, los electrodomésticos y electrónicos, como televisores de pantalla plana fabricados en México, podrían subir hasta un 15%, según la Asociación de Fabricantes de Electrónica. La Unión Europea, que exporta 505 mil millones de dólares en bienes a Estados Unidos, enfrentará un arancel del 30% en productos como chocolates belgas y aceites de oliva italianos, lo que impactará a los consumidores y a las cadenas de suministro transatlánticas, según la Comisión Europea.
Nuevos aranceles y la industria de la construcción
El sector de la construcción también sentirá el impacto de los nuevos aranceles, especialmente por el impuesto del 50% al cobre importado, vigente desde julio de 2025. Canadá y México son los principales proveedores de metales como el acero y el aluminio, que enfrentan aranceles del 50%. Estas tasas podrían aumentar los costos de materiales para viviendas y vehículos eléctricos, según la Cámara Nacional de la Industria de la Construcción. El secretario de Comercio, Howard Lutnick, insistió en que los aranceles fortalecerán la industria estadounidense, pero empresas como General Motors ya reportan pérdidas de 1,100 millones de dólares por las tarifas actuales.
Pese a todo, algunos países han logrado acuerdos para mitigar el impacto. Reino Unido, Vietnam e Indonesia negociaron tasas más bajas, y China mantiene un arancel del 20% tras un pacto en junio. Sin embargo, la Unión Europea y Canadá planean represalias, con la UE preparando tarifas sobre 107 mil millones de dólares en bienes estadounidenses, como aviones Boeing y bourbon. Mientras las negociaciones continúan, el plazo del 1 de agosto intensifica la presión, y los consumidores estadounidenses se preparan para un aumento generalizado en los precios de bienes importados.