Andry José Hernández Romero, un maquillador venezolano abiertamente gay, fue enviado por las autoridades de EE. UU. a una prisión de máxima seguridad en El Salvador, como parte de la campaña de deportación masiva liderada por la administración de Donald Trump. La razón principal detrás de su detención y traslado se debe a los tatuajes en sus muñecas, considerados como prueba de su vinculación con la temida pandilla Tren de Aragua, uno de los grupos criminales más notorios de Venezuela.
El caso de Andry Hernández: Fuga de la persecución
Hernández, de 31 años, huyó de Venezuela buscando escapar de la persecución debido a su orientación sexual y sus creencias políticas. En agosto del año pasado, fue detenido en la frontera entre México y EE. UU. después de cruzar para participar en una cita de asilo preestablecida en San Diego, California, según reportó The Guardian. Durante su detención, Hernández explicó a los oficiales de inmigración que estaba escapando de la persecución del régimen autoritario de Nicolás Maduro, quien había sido ampliamente acusado de robar las elecciones presidenciales de julio de 2024.
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Un grupo de personas deportadas desde Estados Unidos, en una fotografía de archivo. EFE/ Esteban Biba
El dilema de los tatuajes: ¿Evidencia de pandilla o una tradición cultural?
A pesar de las declaraciones de Hernández sobre su huida por motivos de orientación sexual, los tatuajes en sus muñecas fueron interpretados como un indicio de que él pertenecía a la pandilla Tren de Aragua, un grupo criminal vinculado al narcotráfico y otras actividades ilegales. Según documentos judiciales citados por The Guardian, un agente del centro de detención de Otay Mesa, en California, alegó que los tatuajes de Hernández, que representan coronas, son característicos de los miembros de esta pandilla.
Hernández, por su parte, ha rechazado las acusaciones y ha insistido en que no tiene vínculos con el crimen organizado. De hecho, su familia y amigos han señalado que nunca estuvo involucrado en actividades delictivas. La madre de Andry, Alexis Dolores Romero de Hernández, pidió a las autoridades que liberaran a su hijo y revisaran su caso. En una declaración, expresó que muchas personas tienen tatuajes de coronas, pero esto no significa que todas ellas sean miembros de Tren de Aragua. “Mi hijo nunca ha tenido problemas con la ley”, añadió.
Vista de oficiales del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) de Estados Unidos, en una fotografía de archivo. EFE/Dominick Reuter
Protestas en Venezuela: ¿Una tradición mal interpretada?
La comunidad en el estado de Táchira, donde Hernández creció, ha mostrado su apoyo a la familia, con protestas que han tenido lugar especialmente en la iglesia de San Pedro de la Independencia, construida en el siglo XIX. Miguel Chacón, presidente de la Fundación Día de Reyes de Capacho, mencionó que los habitantes de la región tienen tatuajes de coronas como parte de una tradición que comenzó en 1917. Chacón aseguró que muchas personas de su comunidad se tatúan coronas, a menudo acompañadas del nombre de un padre o madre, y que esto no tiene relación con actividades delictivas.
El destino de los venezolanos deportados
El 15 de marzo, Hernández fue trasladado desde Texas a una prisión en El Salvador, un destino que ha sido común para muchos venezolanos deportados durante la administración de Trump. Antes de ser enviado a El Salvador, Hernández permaneció más de 15 meses en custodia en EE. UU. Los reportes indican que algunos de los detenidos fueron exhibidos ante las cámaras de manera humillante y sometidos a maltrato por parte de los oficiales, además de ser rapados.