Sostener tu Seguro Social podría costarte miles en ingresos

El Seguro Social podría costarte miles de dólares más en impuestos si no se actúa pronto. Un informe reciente del Cato Institute calcula que los trabajadores estadounidenses podrían pagar hasta $110,000 adicionales en impuestos durante su vida laboral para mantener el programa a flote por los próximos 75 años. Esto ocurre mientras los fondos del Seguro Social se encaminan a agotarse en 2034, según el reporte más reciente de los fideicomisarios del programa. Millones dependen de esos cheques mensuales, pero el futuro del sistema está en duda.

La Administración del Seguro Social entrega beneficios a cerca de 70 millones de personas cada mes. Jubilados, sobrevivientes y personas con discapacidades cuentan con esos pagos para cubrir necesidades básicas. Sin embargo, el sistema enfrenta un problema serio: los ingresos por impuestos no alcanzan para sostener los gastos. Si no hay cambios, los beneficios podrían reducirse un 21% en menos de una década. ¿Qué significa esto para ti? Más presión en tu salario.

El peso de los números

Dos fondos sostienen el Seguro Social: el Fondo de Seguro de Vejez y Sobrevivientes (OASI) y el Fondo de Seguro de Discapacidad (DI). El primero paga jubilaciones y beneficios a sobrevivientes, mientras que el segundo financia programas como el Seguro de Ingreso Suplementario (SSI). Estos fondos dependen de impuestos sobre la nómina, impuestos sobre beneficios e intereses de reservas. Hoy, los empleados pagan un 6.2% de sus ingresos hasta $176,100 al año, igual que los empleadores. Los autónomos cubren el 12.4% completo.

Sostener tu Seguro Social podría costarte miles en ingresos
Una fotografía de archivo de una mujer caminando. EFE/ Elvis González

El informe de los fideicomisarios dice que esos fondos se acabarán en 2034. Si eso pasa, el Seguro Social solo podrá pagar el 79% de los beneficios prometidos con lo que recaude en impuestos cada año. El Cato Institute va más allá y calcula lo que costaría evitarlo. Con la tasa actual del 12.4%, un trabajador promedio pagaría unos $374,133 en impuestos durante 45 años. Pero para mantener el sistema solvente por 75 años, la tasa subiría al 16.05%, elevando el total a $484,261. Eso es $110,000 más por persona.

Si se busca una solución permanente, la tasa tendría que llegar al 17.6%. En ese caso, el trabajador promedio pagaría $531,028 en su carrera, casi $157,000 más que ahora. Estos números muestran el tamaño del desafío. No es solo un problema de contabilidad; es un golpe directo al bolsillo de quienes están empezando a trabajar.

Ideas sobre la mesa

No es la primera vez que el Seguro Social enfrenta una crisis. En los años 80, el Congreso tomó medidas duras. Subió los impuestos sobre la nómina, aumentó la edad de jubilación poco a poco y empezó a gravar algunos beneficios. Esas reformas funcionaron por un tiempo, pero ahora el problema vuelve a asomar. Los legisladores ya están pensando en soluciones, y hay varias propuestas flotando en Washington.

El senador Sheldon Whitehouse y el representante Brendan Boyle, ambos demócratas, quieren cambiar las reglas con la Ley de Participación Justa en Medicare y Seguro Social. Su plan es simple: aplicar impuestos sobre la nómina a salarios e ingresos por inversiones mayores a $400,000. Esto haría que los más ricos paguen más para sostener el sistema. No han dicho cuánto recaudaría, pero aseguran que ayudaría a cerrar la brecha.

Otra idea viene de los senadores Bill Cassidy (republicano) y Tim Kaine (demócrata). Ellos proponen crear un fondo de inversión de $1.5 billones para el Seguro Social. El dinero saldría del Tesoro y se invertiría en acciones, bonos y otros activos durante 75 años. Los rendimientos fortalecerían el programa sin subir impuestos de inmediato. “Hay un deseo nacional por un plan bipartidista como este”, escribieron los senadores en una columna para The Washington Post.

El Cato Institute, por su parte, advierte que cualquier solución será costosa. “Mantener los beneficios como están ahora es carísimo para los trabajadores jóvenes”, dice su informe. La pregunta es si el Congreso optará por subir impuestos a todos o solo a los de mayores ingresos. Cada opción tiene sus defensores y sus críticos.

Mirando al futuro

Por ahora, el Congreso no ha movido ficha. Las propuestas están sobre la mesa, pero las elecciones de 2024 podrían definir qué camino se toma. Este tema seguro aparecerá en los debates, porque afecta a todos: desde los jubilados que ya cobran hasta los jóvenes que recién empiezan. Nadie quiere ver recortes, pero tampoco hay consenso sobre cómo evitarlos.

Mientras tanto, los números no mienten. El sistema lleva años gastando más de lo que recauda. En 2023, los fideicomisarios reportaron que los costos superaron los ingresos en $41,400 millones. Las reservas han mantenido el programa a flote, pero esas reservas tienen fecha de vencimiento. Para 2034, estarán vacías si no se hace nada.

¿Cuándo llega tu cheque? Fechas clave del pago de Seguridad Social en julio
shutterstock

¿Qué podría pasar después? Algunos expertos dicen que subir la edad de jubilación otra vez es una opción. Ahora está en 67 para quienes nacieron después de 1960, pero podría ir a 68 o 69. Otros sugieren reducir beneficios para los más ricos, dejando intactos los pagos a quienes más los necesitan. También hay quienes piden eliminar el tope de $176,100 y gravar todos los ingresos, sin excepciones.

Los trabajadores jóvenes están en el centro de esta tormenta. Si los impuestos suben al 16.05%, alguien ganando $50,000 al año pagaría $8,025 en impuestos del Seguro Social, frente a $6,200 ahora. Eso es $1,825 más cada año, y la cifra crece con el salario. Para los autónomos, el impacto sería el doble. Es un cambio que se sentiría en cada cheque.

Por otro lado, las propuestas como la de Cassidy y Kaine apuestan por ganancias a largo plazo. Un fondo de $1.5 billones invertido sabiamente podría generar miles de millones en rendimientos. Pero hay riesgos. Si el mercado falla, el plan podría venirse abajo. Nadie tiene una bola de cristal para predecir cómo se comportarán las inversiones en 75 años.

Opiniones y expectativas

El Seguro Social no va a desaparecer mañana, eso está claro. Incluso si los fondos se agotan, los impuestos seguirán entrando y pagando algo. Pero ese “algo” no será suficiente para muchos. Los jubilados que dependen solo de esos cheques podrían caer en la pobreza. La Administración del Seguro Social dice que el pago promedio mensual en 2025 es de $1,907. Un recorte del 21% lo bajaría a $1,507. Para alguien viviendo al límite, eso es devastador.

Los legisladores saben que el tiempo apremia. En los 80, actuaron cuando el programa estaba a meses de la quiebra. Ahora tienen una década, pero la espera podría complicar las cosas. Entre más se tarde, más grandes serán los ajustes. Y nadie quiere ser el que firme una ley impopular justo antes de una elección.

El debate también toca fibras más profundas. El Seguro Social nació en 1935 como una red de seguridad tras la Gran Depresión. Era una promesa: trabaja, paga tus impuestos y tendrás algo para la vejez. Hoy, esa promesa está en duda. Los baby boomers están jubilándose en masa, y hay menos trabajadores jóvenes para sostenerlos. En 1960, había cinco trabajadores por cada beneficiario. Ahora son menos de tres.

Eso pone presión extra en el sistema. Los impuestos de hoy pagan a los jubilados de hoy, no a los de mañana. Es un modelo que funcionó cuando la población crecía y la esperanza de vida era más corta. Pero la gente vive más y tiene menos hijos. En 2025, la esperanza de vida al nacer es de unos 79 años, según el Centro Nacional de Estadísticas de Salud. En 1935, era de 61.

¿Qué opinan los afectados? Los jubilados quieren sus beneficios intactos. Los jóvenes piden no cargar con todo el peso. Los ricos dicen que no deberían pagar más de lo que ya hacen. Y los legisladores buscan un equilibrio que no enfurezca a nadie demasiado. No es una tarea fácil.

El Cato Institute insiste en que la reforma es inevitable. “El sistema no puede seguir como está sin sacrificar a las generaciones futuras”, dice su análisis. Pero sacrificar no es una palabra que suene bien en campaña. Por eso, el 2024 será clave. Los votantes podrían decidir qué versión del Seguro Social quieren: una con más impuestos, menos beneficios o una apuesta arriesgada en el mercado.

Mientras tanto, los trabajadores siguen pagando. Cada cheque lleva un pedazo al Seguro Social, con la esperanza de que esté ahí cuando lo necesiten. Pero esa esperanza viene con una advertencia: el costo de mantenerla podría ser mucho más alto de lo que imaginan.

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