Este 10 de abril, autoridades federales en Estados Unidos han puesto bajo el reflector a los Coyotes de Los Ángeles, una presunta red de traficantes humanos acusada de haber smuglado a más de 20,000 migrantes desde Centroamérica hacia el país. Según un comunicado del Departamento de Justicia (DOJ), esta organización criminal enfrenta cargos graves que incluyen el contrabando ilegal, el secuestro y la muerte de varios menores de edad durante sus operaciones. La investigación, liderada por el FBI y la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP), expone una red que operaba con base en Los Ángeles, aprovechando la vulnerabilidad de miles de personas que buscaban cruzar la frontera sur.
El caso tomó relevancia tras la detención en marzo de este año de Eduardo Domingo Renoj-Matul, conocido como «Turko», identificado como el líder de los Coyotes de Los Ángeles. Junto a él, su lugarteniente Cristobal Mejia-Chaj también fue arrestado. Ambos se declararon no culpables ante un tribunal federal en California, pero las autoridades aseguran contar con evidencia sólida, incluyendo registros financieros y testimonios de víctimas. La fiscal federal para el Distrito Central de California, Eileen Decker, afirmó que «esta red no solo explotó a los migrantes, sino que puso en riesgo sus vidas, resultando en tragedias que pudieron evitarse».
Los cargos señalan que los Coyotes de Los Ángeles habrían operado durante al menos 12 años, transportando principalmente a ciudadanos guatemaltecos a través de rutas peligrosas en México y el desierto de Arizona. El DOJ estima que la organización cobraba entre $10,000 y $15,000 por persona, generando millones de dólares en ganancias ilícitas. Entre las acusaciones más graves está la muerte de niños, algunos de los cuales habrían perdido la vida por deshidratación o accidentes durante el trayecto.
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Coyotes de Los Ángeles: una red de explotación
La investigación reveló que los Coyotes de Los Ángeles no solo se dedicaban al transporte de migrantes, sino que también los retenían como rehenes en casas de seguridad en suelo estadounidense hasta que sus familias pagaran sumas adicionales. En algunos casos, las víctimas fueron sometidas a condiciones inhumanas, con reportes de hacinamiento y falta de alimentos. La Patrulla Fronteriza encontró evidencia de estas prácticas tras allanar varias propiedades en Los Ángeles y San Bernardino, donde se rescataron a decenas de personas, incluyendo menores no acompañados.
El gobernador de California, Gavin Newsom, expresó su preocupación por el impacto de estas redes en el estado. «Estamos trabajando con las autoridades federales para desmantelar estas operaciones que lucran con el sufrimiento humano», señaló en un mensaje público. La magnitud del caso ha puesto presión sobre las políticas migratorias y el control fronterizo, especialmente en un momento en que la administración del presidente Donald Trump ha prometido endurecer las medidas contra el tráfico humano y la inmigración ilegal.
Entre los hallazgos más inquietantes está el involucramiento de menores. La Oficina de Reasentamiento de Refugiados (ORR) reportó que varios niños rescatados de los Coyotes de Los Ángeles mostraban signos de maltrato físico y emocional. Algunos habrían sido separados de sus familias durante el trayecto, mientras que otros murieron en el desierto, según registros de la CBP. Las autoridades aún intentan identificar a todas las víctimas fatales, un proceso complicado por la falta de documentación.
Coyotes y el combate al tráfico humano
El fiscal general de Estados Unidos, Jeff Clark, destacó que este caso es parte de un esfuerzo más amplio para combatir a los traficantes humanos en la frontera sur. «No toleraremos que estas organizaciones pongan en peligro vidas y se aprovechen de la desesperación», afirmó en una conferencia de prensa. El DOJ también señaló que los Coyotes de Los Ángeles habrían utilizado tecnología avanzada, como aplicaciones de mensajería encriptada, para coordinar sus movimientos y evadir a las autoridades.
La captura de Renoj-Matul y Mejia-Chaj se logró gracias a una operación encubierta que involucró a agentes del FBI infiltrados en la red. Los detenidos enfrentan múltiples cargos, incluyendo conspiración para el contrabando de personas y violaciones a las leyes federales de inmigración. Si son declarados culpables, podrían recibir condenas de hasta 20 años de prisión por cada cargo relacionado con las muertes de migrantes.
Mientras el caso avanza en los tribunales, las autoridades han intensificado los operativos en Los Ángeles y otras ciudades fronterizas para desarticular redes similares. La CBP reportó un aumento del 15% en arrestos relacionados con el tráfico humano en el último año fiscal, lo que subraya la magnitud del problema. En tanto, organizaciones humanitarias han pedido mayor protección para los migrantes vulnerables, argumentando que las duras políticas migratorias solo alimentan el negocio de los traficantes.
El juicio de los Coyotes de Los Ángeles está programado para iniciar en junio de 2025, y se espera que revele más detalles sobre las operaciones de esta red. Por ahora, el caso sigue siendo un recordatorio de los peligros que enfrentan quienes buscan una vida mejor en Estados Unidos, atrapados entre la esperanza y la explotación.