A pocos días de que venza el plazo para que entren en vigor nuevas tarifas comerciales, los acuerdos arancelarios de Trump con naciones clave aún están lejos de cerrar reformas significativas. El presidente estadounidense ha planteado su agenda arancelaria como un pilar de su estrategia económica, pero analistas coinciden en que los resultados hasta ahora son parciales y generan dudas sobre su impacto real.
Los asesores de Trump han asegurado que hasta una docena de pactos podrían firmarse antes del 9 de julio, fecha límite impuesta por la Casa Blanca. Sin embargo, todo indica que estos acuerdos no cumplirán con las reformas estructurales prometidas. Más bien, se trataría de compromisos limitados, centrados en asuntos técnicos y sin resolver los desequilibrios comerciales de fondo.
Acuerdos arancelarios de Trump: marcos preliminares, no tratados completos
Según Tim Meyer, profesor de derecho especializado en comercio internacional de la Universidad de Duke, es probable que los acuerdos arancelarios de Trump sean presentados como logros importantes, pero sin la profundidad habitual que se espera de un acuerdo comercial integral. “La Casa Blanca anunciará marcos que denominará acuerdos, aunque en términos técnicos no lo sean”, explicó.
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Vista de la Casa Blanca/Imagen de archivo/ EFE/MICHAEL REYNOLDS
Los dos acuerdos anteriores de la administración Trump, firmados con China y el Reino Unido, dejaron varios temas en suspenso. Lo mismo podría ocurrir con las nuevas negociaciones en curso, en las que los detalles más complejos se postergan para futuras rondas.
Mientras tanto, el presidente ha mantenido la amenaza de aplicar nuevos aranceles por encima del 10 % a países que no firmen un pacto antes del plazo. Según el secretario del Tesoro, Scott Bessent, estos serían “socios comerciales más pequeños”. Aunque se ha insinuado que algunos países podrían seguir negociando después del 9 de julio si se considera que lo hacen “de buena fe”, otros podrían enfrentar tarifas del 25 % de forma inmediata.
Acuerdos arancelarios de Trump mantienen a países e inversores en incertidumbre
Los acuerdos arancelarios de Trump han mantenido en vilo a los mercados y a gobiernos extranjeros. En los días previos a la fecha límite, las declaraciones contradictorias del presidente y sus funcionarios han sembrado confusión entre inversores y negociadores. El viernes pasado, Trump canceló repentinamente las negociaciones con Canadá por su impuesto digital, y amenazó con imponer aranceles a su segundo socio comercial más importante.

Fotografía de una persona con las banderas de Canadá y Estados Unidos. EFE/EPA/ Sarah Yenesel
Canadá respondió eliminando el impuesto sobre los servicios digitales a empresas como Meta y Alphabet, como señal de apertura para retomar el diálogo. “La derogación del DST permitirá que las negociaciones avancen y refuercen la prosperidad de los canadienses”, señaló el ministro de Finanzas, François-Philippe Champagne.
Esta dinámica de amenazas y retrocesos no es nueva. Algunos analistas se refieren a ella como “TACO” (Trump Always Chickens Out, por sus siglas en inglés), aludiendo a la costumbre del presidente de retroceder tras lanzar medidas arancelarias radicales. Este comportamiento ha contribuido a una volatilidad sostenida en los mercados y ha desalentado a empresas exportadoras.
Acuerdos arancelarios de Trump: negociaciones aceleradas y pocas certezas
La administración Trump asegura estar cerca de pactar con países como Taiwán, Indonesia, Vietnam, Corea del Sur e India. También hay optimismo sobre un posible acuerdo con la Unión Europea. Sin embargo, los detalles son escasos, y algunos gobiernos se resisten a firmar sin conocer cómo les afectarán los gravámenes en sectores como semiconductores, farmacéutica o aviación.
El secretario de Comercio, Howard Lutnick, declaró que “se cerrarán los 10 acuerdos más importantes” antes de la fecha límite y que los demás países “se irán incorporando” con el tiempo. Aun así, varias delegaciones extranjeras han manifestado preocupación por la falta de transparencia en los criterios y el uso arbitrario de medidas de emergencia para imponer aranceles.
Japón, por ejemplo, ha evitado comprometerse mientras no se resuelva la investigación estadounidense sobre posibles tarifas a los chips y automóviles. India, por su parte, continúa negociando tras varios meses de estancamiento, con temas como productos farmacéuticos y textiles en disputa.
Un caso ilustrativo es el del Reino Unido. Aunque firmó un acuerdo preliminar para reducir aranceles al acero, Estados Unidos mantuvo tarifas del 25 % y solo ofreció discutir una futura cuota de importaciones. En cuanto a China, las exportaciones de tierras raras prometidas por Pekín siguen sin llegar del todo, a pesar del supuesto avance anunciado por Trump en abril.
Acuerdos arancelarios de Trump enfrentan desafíos legales
A esta compleja situación se suma una disputa legal sobre la legalidad de los aranceles. En mayo, el Tribunal de Comercio Internacional dictaminó que muchas de las medidas impuestas por Trump fueron ilegales. Sin embargo, una corte de apelaciones permitió que los aranceles sigan vigentes mientras se resuelve el caso, previsto para fines de julio.
Expertos del Cato Institute, como Clark Packard, consideran que si bien algunos acuerdos podrían avanzar, otros generarán represalias comerciales. “Es probable que se cierren pactos parciales, pero también que varios países tomen represalias ante medidas unilaterales”, señaló.
Trump ha defendido su estrategia alegando que busca proteger la industria estadounidense y reducir el déficit comercial. Desde su primer mandato, ha insistido en reconfigurar los flujos globales de bienes para beneficiar la manufactura nacional, una promesa que vuelve a destacar en su campaña de reelección.
Sin embargo, los resultados son mixtos. Según una encuesta de la Universidad de Quinnipiac, el 57 % de los votantes desaprueba su manejo del comercio exterior, reflejando el escepticismo sobre los beneficios reales de su estrategia.
Con todo, Trump parece priorizar el anuncio de los acuerdos por encima de su contenido. Para su base política, firmar acuerdos, aunque sean vagos o incompletos, refuerza su imagen de líder fuerte y negociador eficaz. No obstante, el costo de esta política podría sentirse a largo plazo, tanto en la economía estadounidense como en sus relaciones con socios internacionales.